Mi único y verdadero amor

Epílogo

Louis

Siempre he pensado que salir con alguien es porque amas a esa persona y no por sentirte solo y ese es mi caso, nunca he tenido novia y no por falta de chicas porque desde que me volví popular la mayoría de las chicas del instituto sino porque ninguna de ellas me ha interesado de verdad y como dice el dicho: mejor estar solo que mal acompañado. No quiero estar con alguien que no quiera y sentirme solo. Aunque no puedo negar que desde hace años me gusta alguien y es por eso que nunca he aceptado salir formalmente con ningún otra, sin embargo, no puedo mentir que si he besado y acostado con muchas.

Max, para mí es la chica más hermosa del mundo. Mis ojos se fijaron en ella desde el primer día que la vi en secundaria, al principio estuvimos algo unidos, pero como yo era un chico tímido me alejé de ella y no entiendo por qué lo hice. Mis sentimientos crecieron con el pasar de los años y cada vez que la veía me daban ganas de hablarle.

– Apúrate idiota –gritó Gael sacándome de mis pensamientos. Entré al auto y salimos a la casa de Emma.

Desde que salimos a vacaciones, Max y yo decidimos vernos todas las tardes antes de que yo me fuera de viaje a México. Yo no quería hacer el viaje porque quería quedarme con Max, pero desde que mi familia la había invitado a México y ella había aceptado, decidí ir al viaje e igualmente ella también se iba a Colombia en dos días y a diferencia de ella yo me iba mañana temprano.

Llegamos a casa de Emma y las dos chicas nos estaban esperando en el jardín de la casa de la novia de mi mejor amigo. Nos bajamos y caminamos hacía ellas.

– Hola amor –le di un suave beso a Max en los labios.

– Hola cariño –me abrazó.

– Vamos –dijo Emma.

Nos subimos al auto y Gael lo puso en marcha.

Gael y Max habían sugerido ir a la playa a pasar la tarde para despedirme. Yo no quería porque solo era viaje de vacaciones, pero cuando a esos dos se le mete algo entre ceja y ceja no hay quien les gane. Llegamos a la playa y nos bajamos junto con las cosas que habíamos comprado para comer.

Apenas llegamos a las tumbonas nos quitamos la ropa quedando en ropa interior para meternos al agua. Cargué a Max en mis hombros y salí corriendo para entrar al agua, Gael hizo lo mismo que yo y Emma empezó a gritar. Bajé a Max cuando el agua me llegaba arriba de la cintura.

– Cariño ¿a qué hora te vas mañana? –preguntó ella mientras me rodeaba con sus brazos.

– A las 8:30 a.m. sale el vuelo –respondí alzándola para que rodeara mi cintura con sus piernas.

Emma y Gael se acercaron a nosotros y nos quedamos hablando y haciendo competencias de natación. Después de que el atardecer empezara a llegar decidimos salir del agua para comer.

Los cuatro nos sentamos en la arena a comer las pizzas que habíamos comprado.

Gael dijo un chiste haciendo que Emma se empezara a ahogar con la pizza por la risa, por un momento nos asustamos, pero ella bebió de su Coca-Cola y se le pasó la tos.

Saqué mi celular del bolsillo del jean para ver la hora. Eran las 6:37 p.m.

– En una hora nos vamos –murmuré y todos asintieron.

Emma y Max se pusieron de pie y caminaron hasta la orilla del mar para tomarse algunas fotos con el atardecer de fondo.

Me quedé por un rato observado cada movimiento, cada risa y cada gesto de Max. Todo de ella me gusta y me gustaba más que ella sea transparente ante las demás personas, que no oculta su verdadera forma de ser por el qué dirán y todo eso hizo que me enamorara perdidamente de ella. Jamás me he cansado ni me cansaré de quererla, de amarla ni de verla porque eso es el amor, amar sin condiciones. Nunca pensé que una persona me haría tan feliz como ella me hacer serlo y estoy tan agradecido con la vida por ponerla en mi camino y por hacer que nuestros sentimientos sean mutuos y sobre todo verdaderos. Sé que el amor no es fácil, que siempre habrá obstáculos que harán que nos rindamos, pero también sé que nuestro amor es más grande que cualquier obstáculo y que juntos podremos superar cualquier cosa sin importar que tan complicado sea.

– Límpiate la baba –carcajeó Gael. Le pegué un manotazo en el hombro y volví a ver a Max quien ya venía con Emma–. Louis tuvo que secarse la baba de tanto verte Max.

Volteé a verlo y alzó las manos en son de paz.

– ¿Celoso? –inquirió Max divertida.

– No –respondió mi amigo.

Max se sentó en mi regazo y me rodeó los hombros con su brazo izquierdo y yo puse mi brazo derecho en su cintura.

Nos bebimos las últimas latas de Coca-Cola y nos acostamos en la arena mientras observábamos los últimos minutos del atardecer.

– Te amo –le susurré a Max en su cuello.

– Yo también te amo –ella giró su cabeza y nos quedamos mirando un par de segundos hasta que ella dejó un cálido y suave beso en mis labios. La acurruqué más a mí y recostó su cabeza en mi pecho.

Fin.

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