Mateo.
Salí del estudio con una sonrisa enorme plasmada en el rostro y agradecí a Jerónimo, mi mánager, por haberme alcanzado hasta la casa de mi mujer durante los días que mi auto se mantenga en el mecánico.
Hoy fue un día bastante movido para todos, no solo porque de una buena vez terminamos los retoques finales del disco sino también porque ya nos pusimos a planificar giras y shows para poder presentarlo en vivo.
No paramos un minuto.
Mi cabeza dolía un poco y las ganas de estar recostado en el pecho de mi novia eran inmensas. La necesitaba a ella cuanto antes conmigo.
—Gracias, Jotita, andá a descansar. —saludé una vez que estacionó el auto en la puerta de casa. Éste sonrió amable y una vez que nos saludamos con un choque de puños, me bajé de su auto para luego buscar el manojo de llaves en alguno de los tantos bolsillos que tenía en mi ropa. Una vez que la encontré, la coloqué en el cerrojo de la puerta y finalmente entré a tan necesitado hogar; uno que de a poco se estaba convirtiendo en el mío.
Colgué las llaves en su lugar y saqué mis zapatillas para luego dejarlas al lado de la puerta. No suelo hacerlo nunca, pero esta vez sentía mis zapatos como la peor tortura por lo cansados que se encontraban mis pies.
—¡Amor, llegué! —avisé a mi novia mientras la buscaba con la mirada, pero no había rastros de su presencia en ninguna parte de la sala.
Fruncí mi ceño algo confuso y me dirigí hacia nuestra habitación.
Ropa de salir se encontraba un poco desprendida en la cama junto a algunos zapatos con plataforma al lado de la cama.
—¿Qué mierda? —musité confuso por lo bajo, de manera que solo yo me escuchara, aunque al parecer me encontraba solo en la casa.
Miré esta vez hacia mi mesita de luz y allí me encontré un papel; un papel que traía mi nombre y pude reconocerlo a la perfección que estaba escrito con su letra, entonces no dudé en acercarme de manera ágil.
"Me fui a la última muestra de patín, te estuve esperando para que me acompañes como me prometiste pero más de una hora no pude esperarte. En el horno te dejé pizza, si llegas temprano me gustaría que vayas a verme un ratito. Es importante para mí, sabés que después de esto guardo los patines y le dedico a full a la facultad; las chicas me prepararon una cena de despedida, la dirección del restaurante la tenés para que estés ahí conmigo también. Te espero."
Solté una puteada por lo bajo y levanté mi vista hacia el reloj de pared; ya habían pasado tres horas de aquélla muestra de patín, de la que estuvo un mes hablándome contenta.
Hice un bollo la carta y la tiré a cualquier parte de la habitación con frustración. Me senté en el borde de la cama y refregué mi cara con ambas manos.
Ella siempre me acompaña en todo, es la primera en aprenderse las letras de mis temas y es la primera en escucharla. Es quien me acompaña con los mates cada vez que me pongo a escribir a horas de la madrugada, y es hasta quien me inspira en escribir ciertos temas.
¿Y yo? Yo me olvidé de tan importante momento. De seguro toda su familia se encontraba con ella orgullosos y yo como un imbécil ausente.
El sueño era muchísimo más fuerte que yo, y lo único que necesitaba hacer después de estar literalmente todo el día metido en el estudio era dormir quince horas seguidas, pero después de haberle fallado lo mínimo que puedo hacer es esperarla con un plato de comida en la mesa.