12. Anillos de promesa

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Ambos miraban sus manos, sus dedos estirados que buscaban la luz del sol, estaban tirados sobre una manta, en el techo de la Cabaña del Misterio. Los miraban a contra luz, no eran una joya de verdad, en realidad estaban hechos de algún tipo de plástico tornasolado, que brillaba intensamente cuando el sol se reflejaba en los anillos.

Los miraban, y después buscaban sus ojos, sonreían, y volvían a mirar sus anillos una vez más.

Esos anillos eran una promesa de su amor, de sus sueños, de todas las cosas que han compartido a lo largo de diecisiete años.

Eran el futuro que los dos habían imaginado, y que seguían imaginando, construyendo con base a todo lo que seguía existiendo en sus fantasías infantiles.

Los miraban una y otra vez, hasta que la luz del día desapareció y con ella el brillo de sus anillos, también se fue la sonrisa de sus rostros sin que alguno de los dos lo notara.

Porque en el fondo tanto Dipper como Mabel, sabían que esos anillos, y esa promesa que se han hecho una y mil veces, tal vez sea la única que no sean capaces de mantener.

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