17. Cumpleaños

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Dipper y Mabel compartían muchas cosas desde muy pequeños: juguetes, ropa -cuando eran más pequeños- algunos amigos, útiles de la escuela y, por supuesto, momentos especiales. Uno de ellos, posiblemente el más especial, su cumpleaños al final del verano.

Sus padres insistían en hacerles una fiesta en casa, insistían con rentar un DJ, alquilar un sitio con piscina, darles dinero, la comida que quisieran, el obsequio que ellos quisieran, lo que fuera con tal de que ya no pidieran celebrarlo en Gravity Falls. Por supuesto, expresaban su incomodidad de que fueran a quedarse con Soos y Melody, pero con el tiempo, los señores Pines lo aceptaban.

No había una piscina, pero sí la Cabaña del Misterio. El DJ era el buen Soos, no había mucho dinero, pero sí varias cosas que sus tíos les trajeron de su viaje por el mar. Un pastel regalado por la familia Noroeste, o mejor dicho, por Pacífica Noroeste, y una decoración hecha por Candy y Grenda. Wendy y sus amigos mandaron un mensaje desde la universidad.

En tanto, ellos dos están ahí mirando el pastel de chocolate para todos mientras comparten una mirada de alegría y un poco de complicidad. Sus manos se mecían tímidamente entre ellos, haciéndolos acercarse pero sin atreverse a tomarse por completo de la mano, quedando unidos sólo por su meñique. Entonces todos los demás piden verlos abrazarse y ellos no les niegan la emoción.

Un típico abrazo de cumpleaños, estrecho y cariñoso, aunque con una pizca de una emoción que sus tíos, sus amigos y todos los demás invitados jamás notarían o tan siquiera se atreverían a señalar. Aquel sentimiento estaba camuflado como algo tan común e inocente que nadie lo creería nunca: amor de hermanos.

Sin embargo, por la mañana y a escondidas, Mabel le dio un obsequio que era tapado por el cuello de su suéter y por la camisa de Dipper. Una pequeña seña de su amor, tan cursi como ella y tan sutil como su gemelo. Un collar de corazón partido por la mitad; Dipper tenía la mitad con una M, y ella tenía la suya con una D.

Eran gemelos, compartían todo y claro que tenían una conexión, pero la gente jamás se enteraría de eso. Sólo se abrazaban, y sin que nadie lo escuchara, se dijeron "te amo".

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