19. Pasatiempos compartidos

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A decir verdad, pese a ser gemelos no tenían muchas cosas en común, no, no era así, sus personalidades conforme crecieron se hicieron mucho más opuestas. Mabel, que era un mar de energía, de belleza, de talento, de socialización, de carisma, la castaña era como un huracán que no podía ser detenido. Dipper, seguía siendo callado, un poco más meditabundo, introvertido y discreto, le gustaba pensar que el mismo era un misterio. Además, como todo adolescente secretamente deseaba ser como los demás, sobre todo ser un poco como su gemela.

Mabel tenía sus obras de arte, sus bailes, sus movimientos, sus ideas. Dipper tenía sus lecturas infinitas, sus propias teorías locas, sus misterios que investigar.

Pero, a ambos les gustaban las historias, desde que eran pequeños cuando venían de las bocas de sus padres en forma de un cuento antes de dormir, ahora en las aventuras de Ford y de Stan, tan distintas e interesantes al mismo tiempo. La vida como proscrito de Stan en esta tierra, y con los años incluso pudieron escuchar algunas con clasificación +13, las aventuras de Ford, en lugares y tierras infinitas, sitios y cosas que se conforman con únicamente imaginar.

Después del incidente con Harry Arsillen, poco a poco fueron encontrando esas historias en las películas, tantas historias por ver y ser contadas. Así, que instauraron oficialmente su noche de películas todos los viernes, inició en la sala de la Cabaña del Misterio, continuó en la sala de su casa, y después en el cine de su localidad.

Podía ser una película romántica, una de cine experimental, acción o terror, pero el cine de Piedmont recibía a los gemelos Pines todos los viernes.

Ese era su hobbie de los dos, ambos compartían la historia que les había sido contada, sus impresiones e ideas, pero sobre todo lo que más disfrutaban era la oscuridad y calma que ofrecían las salas de cine, el lugar ideal para esconder un beso prohibido.

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