LAS GEMAS DEL INFINITO, entidades sumamente poderosas que rigen un aspecto diferente del universo, piezas tan poderosas por su propia cuenta y tan destructivas una vez juntas.
Únicamente siendo portadas por seres superiores conocidos como los celest...
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Capítulo 34:
El anticristo.
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1692
—Lucifer suscipe animam sanguinis pignus nostrae precibus auscultare clamo- nutriunt animam, id renascetur redde nobis nisi electa exaudi orationem nostram sacrificium vivificet electus —cantaron las cuatro brujas tomadas de la mano alrededor de la pequeña hoguera, alabando al señor de las tinieblas, al ser que les dio su poder desde su nacimiento.
La oscuridad engulló el bosque, la luna se vio tapada por las nubes, el estruendo de un trueno hizo temblar hasta la más mínima alma del bosque, las llamas de la fogata se alzaron más en vida.
El duque francés observó la brasa que se acercó a su rostro sin temor, él tenía un objetivo y no se apartaría hasta que lo cumpliera.
—Brujas, brujas, brujas —hablaron de todas partes y de ninguna a la vez, pasos calculados y meticulosos fueron escuchados por el bosque, Lucifer aprecio frente al pequeño aquelarre y del duque, alzó sus manos sonriendo —Aquí estoy, almas en desgracia, ¿Qué es lo que quieren?
—Señor oscuro —la mujer más próxima a él se colocó de rodillas, haciendo que el hombre rodará los ojos, siempre tan lame botas, como si no supiera todo lo que dicen a su espalda.
—¿Qué es lo que quieren? Tengo mucho trabajo, almas que torturar, dar bienvenidas al infierno, una fiesta aquí, una fiesta allá y la eternidad no es suficiente.
—Señor oscuro, pedimos su clemencia, por este varoncito —hablo la más anciana de ellas acercando a la criatura al rey del inframundo —Su madre lo rechazó, hizo la atrocidad de extraerlo de ella.
Lucifer alzó una ceja mirando a la criatura, para él y debería estar muerta por no estar dentro del vientre de su madre —Esta cosa ya debe estar con mi padre, no hay remedio, lo que muere, muerto quedará.
