Matthew, más conocido como Matt, nunca quiso iniciar su viaje pokémon, aún siendo muy bueno en la batallas. Pero a sus 15 años, decidirá volverse entrenador para poder encontrar su camino.
En su viaje, será puesto a prueba por un pokémon para saber...
Comenzaba un nuevo día en la región Kanto. En una habitación del Centro Pokémon de Ciudad Carmín, un joven azabache de 15 años estaba despertándose.
Matt abrió sus ojos pero permaneció postrado en su cama. Miró a la otra cama donde se encontraba su amigo peliazul aún durmiendo. Se sorprendió de que él no estuviera despierto ya que siempre era el primero.
Pero aún así, no le dió más vueltas al asunto y decidió levantarse con dirección al baño.
Ya cuando salió, no pudo evitar ir a su mochila y sacar algo de su interior.
Una Mega Piedra y una Activadora.
Jamás creyó que Link tenía pensado darle esos objetos si ganaba la batalla. Realmente, el chico no creía ser capaz de poseer tan invaluables objetos, tan importantes en la historia del Mundo Pokémon; consideraba imposible imaginarse a sí mismo con esas dos piedras.
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Si alguien le hubiera dicho hace un mes que en su viaje tendría asombrosas batallas, conocido grandes personas, atrapados increíbles Pokémon; él no lo hubiera creído.
Estaba feliz de la decisión que tomó de iniciar su travesía con Charmander.
Luego de guardar las piedras, decidió salir y desayunar algo mientras esperaba que sus compañeros de viaje se despertaran. Lo que tardaría un poco del lado de las chicas, ya que aún no eran ni las ocho de la mañana.
Por eso, mientras desayunaba algo, Lucían apareció bostezando y estirándose para desperezarse.
--- ¿Qué tal dormiste, amigo?--- le preguntó el peliazul.
--- Como un bebé--- contestó, sonriendo.
Lucían pidió su desayuno. Matt lo veía comer un poco ansioso, como si quisiera preguntarle algo, y como no sabe disimular sus emociones, el ex-campeón se dió cuenta.
--- ¿Qué pasa, Matt?
--- ¡Ah!--- el azabache se avergonzó de que lo descubriera--- Lucían... tu... ¿Tienes alguna Mega Piedra?--- quiso saber.
--- ¿Por qué te avergüenzas, idiota?--- se rió el mayor de los dos--- Sí, tengo unas cuantas. Ja, ja, ja--- volvió a reírse de la cara de incredulidad de su amigo.
--- Pero... No trajiste ninguna contigo--- dijo Matt, siendo conocedor de que su amigo no tenía de esas en su equipaje.
--- Obvio que no. En primera instancia, no creí necesitarlas porque mi intención no es entrar a la liga o combatir contra entrenadores super fuertes--- explicó---. Además de que no quería deprimirte.
--- ¿Deprimirme?
--- A veces eres tan lento, Matt... Tu mismo sabes que tiendes a menospreciarte cuando ocurre algo de gran magnitud a tu alrededor--- le explicó Lucían a un Matt que se veía confundido, ¿En serio él hacía eso?---. En el poco tiempo que llevo viajando contigo, me he dado cuenta de eso. Aunque haces eso cuando se cumple una condición.
