Capítulo 4: En Ciudad Viridian.

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Hace solo pocos minutos que Matt dejó Pueblo Paleta con su compañero Charmander. Ese era el comienzo de una nueva etapa para el chico y su pokémon.

Decidió dejarlo salir para que aspire el fresco aire que se siente fuera de la pokebola, mientras Matt veía su Pokédex para aprender más sobre su amigo.

— Charmander, el pokémon lagartija. La llama que tiene en la punta de su cola arde según sus sentimientos.
Llamea levemente cuando está alegre y arde vigorosamente cuando está enfadado— leía en la Pokédex.
También vió sus ataques, los cuales eran: arañazo, gruñido y brasas.

Charmander veía todo a su alrededor, cuando de repente, apareció frente a él un pokémon pequeño de color púrpura y un gran diente que sobresalía de su boca, un Rattata salvaje. Hizo un pequeño sonido para llamar la atención de su entrenador, esté al ver al pokémon, se dispuso a enfrentarlo para un pequeño entrenamiento.

— Perfecto, ¡Charmander usa arañazo!

El pokémon se acercó con velocidad y pudo conectar el golpe. Pero la rata se levantó y contraatacó con embestida. Matt le ordenó a su pokémon que esquive y prosiguió con otro ataque.
La pelea duró poco ya que el Rattata era muy débil, pero le fue de utilidad para conocer mejor a Charmander.

Caminaron un poco más hasta que otro pokémon se les puso delante. Este era un Pidgey, el pokémon de la broma de su hermano. A Matt siempre le gustaron los Pidgey y Spearow, y cuando bromeaba con sus primos sobre iniciar un viaje, el decía que capturaría al primero que encuentre.

— ¿Estás listo Charmander?— le preguntó a su pokémon. Este asintió y se dispuso a pelear—. Muy bien, ¡Usa brasas!

El pokémon abrió la boca y de ella salieron varias chispas de fuego con dirección al pájaro, este lo evitó y se acercó a mucha velocidad hacía Charmander, con intención de golpearlo. Matt le dijo a su pokémon que use gruñido para despistar al Pidgey y también bajarle mínimamente su ataque.

El Pokémon pájaro falló, y Matt aprovecho para ordenarle a su Charmander brasas de nueva cuenta.
Esta vez el ataque acertó el blanco y el Pidgey quedó bastante débil y Matt se dispuso a lanzarle una pokeball, cuando recordó que no traía ninguna.

— ¡Qué¡ ¡No tengo pokeballs!— exclamó bastante frustrado por otro descuido más.

El Pidgey vió su oportunidad y escapó.
Matt, decepcionado y enojado, se cayó de sentón en el suelo. Charmander se acercó para intentar consolarlo al más puro estilo de un pokémon: con palmaditas en el hombro.

Siguieron caminando y se toparon con un Spearow comiendo bayas de un árbol, totalmente desprotegido. «¿En serio mundo? ¿te burlas de mí?» Pensó Matt cuando vió al pokémon.

Frustrado y deprimido, Matt se apresuró para poder llegar a Cuidad Viridian antes del anochecer. No porque la ruta fuera larga, sino porque se había retrasado con sus lamentos de descuidos constantes.

Por el camino encontró más pokémon salvajes. Y a pesar de tener prisa, quiso seguir entrenando a Charmander.

Derrotó a varios Rattata, Pidgey, Spearow e incluso se topó con algunos Horsea, pokémon con forma de caballito de mar, en el lago que conectaba Pueblo Paleta con una parte de Ciudad verde.

Ya para ese punto, Charmander había mejorado bastante como combatiente, hasta había el movimiento "pantalla de humo".

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Al llegar a Ciudad Viridian fue directo al centro pokémon para curar a su compañero. Luego iría a otro lugar a visitar unas personas.

Salió del centro en dirección a una casa de solo un piso, de color gris.

Tocó la puerta esperando que alguien abriera. Abrió Lali. Sí. Matt fue a visitarla a ella y su familia quienes vivían en esa ciudad, razón por la cual llegaron tarde a su celebración de cumpleaños, en la casa de su abuela, en Pueblo Paleta.

— ¡Matt! Por fin viniste— su prima lo abrazo en señal de saludo—. Ya me estaba preguntando si te habías olvidado de venir a saludar.

— Me matarías si llegara a hacer eso, ¿O no, Lali?

Lali iba vestida con unos pantalones de mezclilla azules y una blusa de color naranja rojizo, que combinaba bastante bien con el color rojo de su pelo.

Era una particularidad curiosa que tenían todas sus primas.

Mientras que él y sus primos tenían el pelo negro oscuro, aunque el de Frank parecía castaño; las chicas no se acercaban mucho a ese color, quizás Prim, cuyo pelo era castaño claro.

— Es probable. Vamos, pasa.

Cuando Matt entró vió la casa de sus tíos. Era algo pequeña, pero con el espacio suficiente para vivir normales. En el living estaba sus primos; los mellizos Tom y Bruce y su hermana menor Milán, todos viendo la televisión. Su tío estaba en un sofá cercano a ellos, mientras leía un artículo de una revista. Supuso que su tía estaba en la cocina preparando la cena (ya se podía ver afuera el negro de la noche). Su tío lo vió y lo saludo con una sonrisa, mientras se acercaba. Sus primos al verlo corrieron en su dirección, ellos todavía eran muy jóvenes, tenían solo 7 y 6 años respectivamente. Su tía al verlo, lo saludo igual que su marido, agregando un beso en la mejilla.

Como la cena ya estaba casi lista, le propusieron a Matt que se quedé. Este conociendo la comida de su tía se quedó.

Ya en la mesa, Matt les contó todo lo que pasó ese día, desde lo bueno hasta lo vergonzoso.

Cuando sus primos oyeron sobre el descuido de las pokeball, no pudieron evitar reír.

Charmander era un buen tema de conversación, ya que era el mismo pokémon que había elegido su tío hace años. Pokémon que ahora es un majestuoso Charizard.

— Tío, ¿Donde fue que dejaste a tu Charizard?— le preguntó Matt.

— En el valle de los Charizard en Johto, el Valle Charicífico.

— Ahí también estuvo el Charizard del señor Ash— dijo Matt, recordando la historia de cuando Ash dejó a su pokémon en el valle para que entrenara y se volviera muy fuerte.

— También recuerdo eso Matt— anunció Lali a su primo—. Fue uno de los relatos más tristes que el señor Ash nos ha contado.

— Eso es cierto— Matt volteó a ver a su pokémon, quien comía apresuradamente—. Oye campeón, no comas de esa manera, nadie te quitará tu cena— le dijo divertido a Charmander, quién se pasó la manita por detrás de su cabeza.

— Veo que en muy poco tiempo ya le tienes un gran cariño a Charmander Matt— le dijo su tía, mientras sus primos se arrojaban un poco de comida.

— No me cabe duda— afirmó—. Estoy muy feliz de haber comenzado este viaje por fin. Me dió la oportunidad de conocer a Charmander, mi propio pokémon.

— Un pokémon— susurró Lali—. Yo también quiero uno para mí— deseo inaudiblemente. Pero fue escuchada por su padre.

— Matt, ¿puedo pedirte un favor?— el papá de Lali llamó a su sobrino

— Claro, tío Albert— dijo de respuesta el chico.

Solo Lali prestaba atención a la conversación, ya que su madrastra estaba explicándoles unas cosas a sus hermanitos.

— Me gustaría que en tu viaje— comenzó muy serio—, Lali vaya contigo para poder aprender sobre el mundo Pokémon— concluyó sorprendiendo a su sobrino, hija, y hasta a su mujer, quien escuchó esa última petición—. ¿Podrías hacerlo, por favor?— preguntó finalmente.

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Nuevamente, sin muchos cambios.
Acá no tengo nada para decir solo que, gracias de nuevo, si es que llegaron hasta acá.

Pokémon Kanto: El inico. (CANCELADA).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora