Pokémon Kanto: El inico. (CANCELADA).

Capítulo 16: La Cueva Diglett.

A la mañana siguiente de recibir el PokéNav y a Seedot, Matt volvió a ser el primero en despertarse.

Se higiénizó, se vistió y se fue a desayunar sin sus compañeros pero porque quería hacer algo antes.

Luego de encargarse un desayuno en el comedor del Centro Pokémon, procedió a hacer estreno de su nuevo objeto.

— Bien. Veamos— Matt empezó a toquetear todo lo que tenía el PokéNav, porque aún no se acostumbraba a él.

Luego de presionar varios botones, encontró la opción de «Números Registrados». Solo habían dos: El de su padre y el de su hermano.

Se preguntaba por qué tenía el número del PokéNav de Jake. El de su padre no le sorprendía, pero el de su hermano sí porque directamente no debería estar si aún no utilizó el artefacto, ni conocía el número del PokéNav de Jake.

Marcó el número de su padre y esperó a ver si le contestaba.

...

— ¿Hola?— habló un adulto, desde la pequeña pantalla que tenía el PokéNav.

Era un hombre con cabello negro y ojos rojos carmesí. De cara, Matt era la viva imágen de su padre.

— ¡Hola, papá!— devolvió el saludo Matt, sonriendo.

Justo en ese momento le traían su desayuno. Matt agradeció y procedió a seguir conversando con su padre.

— Hijo, veo que ya llegaste a Carmín.

— Es un poco obvio decir que sí, jaja.

— Sí, cierto. Bueno, hijo, ¿Cómo estás? ¿Qué tal tu viaje?

Matt le relató todo lo que vivió hasta el día en que se comunicaban. Desde sus batallas de gimnasio. Su derrota contra Misty. Los Pokémon que capturó. Los amigos que hizo en el trayecto, y que Lali estaba viajando con él también.

— Así que Albert decidió dejar que Lali viaje. Él fue el segundo en permitirlo.

— ¿Y quién fue la primer persona en permitirlo?— inquirió Matt, confundido.

— Tu madre, zopenco— contestó Paul, riéndose de la cara que hizo su hijo—. Tú decidiste viajar y tu madre te lo permitió, ¿No?

— Sí, bueno, no necesitabas ser tan duro.

— ¿Es divertido el viaje, Matt?— preguntó el padre del pelinegro, tornándose serio de repente.

Matt se sorprendió del tono utilizado por su padre, y por eso tardó varios segundos en asimilarla y posteriormente responderla.

— ¡Claro que sí! No podría haber tomado mejor decisión— admitió Matt, feliz.

Su padre solo sonrió y asintió con la cabeza, como si fuera la respuesta que esperaba.

— Me alegro mucho por tí, hijo.

No hablaron mucho más. Paul tenía asuntos que atender en Hoenn, el padre de Matt estaba haciendo el examen para ser aceptado como líder de gimnasio en Ciudad Mauville, y quedaba poco para que lo acepten. Desde la muerte del último líder, Wattson, han habido varios reemplazantes, pero no terminaban de convencer sus maneras de actuar.

Matt despidió a su padre y pidió que le mandara saludos a Miriam (su madrastra) y a Kimberley (su hermanastra).

Al poco de cortar la llamada llegaron Lali, Bianca y Lucían, los tres con caras somnolientas, cuando en realidad era Matt quien estaba así.