'El final del infierno'

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Y dicen que luego de la tormenta viene la calma, pues no, quizás luego se avecine una tormenta más grande que la primera. No calma, no quietud.

Un estado donde oscilaba la lejana felicidad y la cercana culpa. ¿En tonces, no que lo que empezaba bien, bien acababa? Una sonrisa vacía llenó el pálido rostro de algo de vida. YoonGi llevaba 3 meses, 15 días, 16 horas con 43 minutos en un forzado alejamiento. La primavera estaba llegando, ya se podía oler las flores rosadas de cerezos, ese aroma dulzón que dejaba mejoría en el ambiente.

También, ese olor que le hacía traer recuerdos que para el momento se le enterraban como agujas en su piel. Tendido en la gran cama de dos piezas en el mismo hotel, desde el año pasado. Puesto que desde ese mes de octubre no veía a un pequeño chico que, para sincerar se paseaba por su mente 24/7. Y no era una exageración.

En el piso más alto del edificio, The Westin Josun Seoul. En Jung-gu, Seúl. A 350 m del centro. Lejos de casas hogareñas y de algún tipo de sentimiento familiar. Se encontraba él, solo, justo en la época más fría y cruda de todo Corea.

Con tiempo suficiente para reflexionar y pedir perdón por lo malo que había hecho. No hace unos pocos días ya había firmado los papeles del divorcio con SuRan. Literalmente soltero pero no libre.

Tenía las puertas abiertas de su empresa en Estados Unidos. Lo recibirían como él se lo merecía, NamJoon ese traidor no estaría allí, porque si YoonGi lo volvía a ver había jurado despedazarlo con sus propias manos.

Así que ese era el sentimiento de traición, pensó una vez que supo la verdad.

Elevó su vista a la ventana cercana a la cama, caminó descalzo con una botella de agua mineral en sus manos, la alfombra debajo de sus pies le hizo cosquillas, era muy sensible en sus pies. Atravesó el pequeño espacio que había de la cama a la ventana, lo pensó, luego salió al balcón deseando que la brisa tan refrescante limpiará sus malas acciones y culpas.

Al observar la gran vista de la ciudad y re-memorizar que era maravillosa, miró el cielo azulado. Las nubes se paseaban tan tranquilas que incluso podía apreciar como se desvanecían, una a una, sólo para desaparecer frente a sus pupilas marrones.

Las nubes se burlaban de la luz solar, era un juego de escondidillas. Así que ese infantil pensamiento le hizo torcer la boca, un poco hacía arriba.

Desde ese balcón y ángulo ver el estadio central. A la lejanía muy, muy lejos pero visible para sus ojos gatunos, el puente Yanghwa se dibujó. Lo atropello el recuerdo una vez más. Una y otra vez. Ese dulce nombre de dos sílabas. Ji-Min.

¿Qué le había hecho ese niño? Él, un hombre maduro, casi metido en los cuarenta. ¿Cómo demonios se había vuelto codicioso con la hermosa juventud y personalidad que desprendía ese pequeño cuerpo?, mismo que le entregó muchas aventuras pasionales.

Estaba feliz de decir que fue el primero en todo, en tocar su delicada piel cremosa, en besar sus labios. Su primer beso.. su primer secreto, su primer amante.. su primer pecado.

Fué su mentor.. y allí volvía, el reflujo de su garganta por pensar que JiMin tendría a otra persona la cual borraría las marcas que se había empeñado en tatuar sobre su cuerpo..

Porque JiMin le pertenecía desde antes de ser suyo. Eso no lo cambiaba nadie. Vaya, allí estaba por milésima vez recalcando lo que no salía de su cabeza testaruda. Enterrado en ese inútil y depravado pensamiento de posesividad.

Un escalofrío le meció todo a su paso, levantó sus vellos, era el latente recuerdo de la última vez que besó esos rosados y suaves labios. YoonGi bebió agua con amargura. Soltando un suspiro de larga duración.

𒊹︎︎︎𝕀ℕ𝕋ℝ𝕌𝕊𝕆𒊹︎︎︎       ⚣︎𝚈𝚘𝚘𝚗𝙼𝚒𝚗⚣︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora