'Ocultos'

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En el vidrio de la ventana rebotaba una que otra brisa, el zumbido se podría tomar como un clásico y relajante sonido de jazz, puesto que iban y venían con fuerza y luego disminuía, era casi como un bajo. Junto a ello, las manecillas del reloj dictaba como los segundos corrían sin detenerse, justo sobre la cama doble cuerpo yacía ese reloj antiguo. Mismo que guardaba las horas en la que los dos hombres estuvieron juntos.

La aclamada tranquilidad bañaba los cuerpos dueños del suave lecho, siendo un poco temprano esa mañana de jueves el sol aún no irradiaba luz segadora, quizás esos esponjosos cuerpos celestiales estaban nublados y eran cómplices de un bendito reencuentro entre dos personas que estuvieron distanciadas por cosas que los mismos humanos creaban para hacerse sufrir.

Debajo de unos cuantos pisos del edificio estaban ellos, envueltos entre cobijas blancas, vueltas un etcétera ya que toda la noche se mantuvieron en movimiento al compás de su profundo cansancio. Se podría decir que la energía debía estar restaurada para esas horas del día. Ninguno de los dos se desprendía del mundo de las maravillas.

El sentir el cómodo lugar en el que reposaban sus templos era más que suficiente como para alargar su arduo trabajo, como lo era dormir. Sin ningún otro ruido adyacente para despertarlos fueron capaces de seguir, sin embargo,  pudo los latidos de un corazón resonar con paciencia. Ya que reaccionaba a la situación.

Los cabellos morochos y revueltos del cuerpo más joven se removieron sobre la almohada blanda del lado derecho, puesto que el lado izquierdo era usado por la persona que ahora sus despiertos ojos percibieron. Un pequeño pestañear le hizo darse cuenta a tiempo de lo que estaba pasando.

Inhaló suficiente aire para relajarse, una diminuta sonrisa brotó de su boquita, un gesto de felicidad y bienestar se instaló en su pecho. Sus orejas se colorearon de rosita para ese entonces, elevó un poco su cabeza para mirar la tés blanca de el hombre que sin saber cómo, le estaba abrazando sin mucha fuerza, bueno, sólo reposaba su brazo izquierdo sobre el cuerpo del menor. El mayor respiraba con quietud y seguía sin intenciones de moverse.

Era real, y el joven con mirada brillante se arrimó más sobre el pecho que se encontraba al frente de sus ojos castaños y rasgados, olió como un cachorro en busca de nuevo lugar que explorar, YoonGi olía delicioso y para el menor ese olor era agradable y relajante. Subió sus manitas, esas que estaba entre el medio de ambos pechos, no sabía porqué estaba así, sus hombros dolieron cuando se removió.

Tocó con un poco de dificultad el mentón del otro, procurando no ser muy brusco para no despertarlo. Inmediatamente recibió una sensación nueva, era como tocar las cerdas de su cepillo de dientes. Obviamente mejorada (la sensación) Sus ojitos bonitos se cautivaron por los vellos cortos de la semi-barba de el mayor. La nitidez le hacía tan claro el lugar que empezó a tocar los vellos casi que uno a uno. Picaban sus deditos y él sólo era capaz de retener las ganas de reír pero no de sonreír.

Miró los pómulos y estos casi que también tenían vellos, toda la mandíbula los portaban y el menor nunca había visto tan de cerca a alguien que no cumplía con su afeitado diario. Eso estaba incluído dentro de los estándares de la buena presentación.

Dejó ir ese tonto pensamiento, claro estaba, YoonGi lucía más duro de lo que era, hasta apostó que se veía realmente sexy. Ese pensamiento le hizo erizar la piel de forma única. Hacía mucho que no le veía, por eso y más, su ritmo cardíaco empezó a ir con mayor velocidad de la normal.

Nunca estuvo en una situación tan íntima con nadie, y el estar así, realmente era algo. Bajó la cabeza e intento pegar más su cuerpo con el contrario, por el momento le bastaba estar fundido del aroma del mayor, y porqué no, de sus brazos también. Un leve alarido salió de su boca rojisa, estaba muy ufano con ese momento deseado por muchos días.

𒊹︎︎︎𝕀ℕ𝕋ℝ𝕌𝕊𝕆𒊹︎︎︎       ⚣︎𝚈𝚘𝚘𝚗𝙼𝚒𝚗⚣︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora