'Epílogo: 안녕 (annyeong)'

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안녕 (annyeong): En Corea, la misma palabra para despedirse se utiliza para saludar. (Saquen conclusiones).

Un pausado resoplido se oyó como un gritó de auxilio desgarrado entre cuerdas vocales desgastadas, posiblemente no era para pedir ayuda. No se anhelaba que un rescate sucediera; era, ciertamente para que ese alguien quién lo tenía en cautiverio jamás lo soltatase.

La forma del como estaba sucediendo todo era tan mágica y tabú, fortuitamente atascada dentro del secreto que podría ser llamada una muestra de afecto tacaña. El beneficio que relacionaban sus emociones con sus cuerpos traía consigo una nube obscura de deseo.

No con un color rojo ordinario, era como la mezcla del onyx de la noche más opaca y el carmesí de la lujuria, era pesado. Una combinación que no abanicaba el ambiente volviéndolo espeso al respirar. Una tentativa de homicidio concedido.

Cómo dijo Lawrence M. Krauss, "Lo que está explícitamente prohibido, se garantiza que ocurra". Porque estaba sucediendo, entre caricias y besos cortos sin saber que depararía el futuro, el mayor se estaría despidiendo de un amor inocente y posiblemente dañino.

Recostado sobre el respaldar de la cama YoonGi espero que prontamente el menor retirara su camisa de pijama. Pudo apreciar entre el azul-negruzco de esa posible madrugada cuando la bella piel se mostró tierna y radiante.

Sus manos se movieron con mente propia y lentitud, casi pidiendo permiso al dueño de la figura, metafóricamente murió en cuánto sus dedos llenos callosidades tocaron el montículo de nervios donde se formaban los pequeños y rositas botoncitos blandos de su menor.

JiMin jadeó con suavidad, temblando de paso, sus piernas a horcajadas sobre su mayor, sus nalgas caían con naturalidad sobre el regazo contrarío y sus miembros estaban casi rozandose entre sus pantalones.

Sus brazos cayeron a los lados de su propio cuerpo, encogiéndose y soportando la pasividad con la que se le estaba tocando. No podía decir palabra alguna, no cuando podía ver cómo los ojos rasgados del mayor miraban con emoción sus sensibles tetillas.

Elevó su pecho tratando de crear volumen para que así YoonGi deseara agarrar su plano tórax. No era necesario, obviamente. Porque YoonGi adoraba tal y como era, y ganas no le faltaban para pasar más allá del clásico toque de dedos.

— Usaré mi lengua— susurró él. Levantando un poco la mirada para apreciar lo apenado que se veía su chico.

JiMin le asintió con mansedumbre. YoonGi acercó su boca hacia el delgado pecho, echando el cálido aliento sobre la delicada piel que ya estaba despertando de su eterno sueño, uno que se quebrantaba con los labios del mayor.

Su humedecida lengua salió y chocó inmediatamente contra el pezón de enfrente. El gemido de sorpresa y placer que soltó JiMin fue lo que el mayor necesitó para que su espíritu se enalteciera. Sujeto la cadera de su niño obligándolo a ponerse de rodillas.

A JiMin se le fue imposible no sujetar los cabellos del mayor, estaba mamándole y haciendo que se sintiera en el paraíso, cerró los ojos dejándose llevar de los finos movimientos del músculo pegajoso. El sonido era tan sucio que no podía dejar de pensar.

Estaba quejándose entre murmullos, no podía dejar de abrir la boca en busca de aire, necesitaba tocarse. YoonGi dió una mordida minúscula a su pezón y lo hizo atragantarse con su saliva.

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