14. A veces nos arrepentimos de algunas de nuestras decisiones.

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Smallville, Kansas.

Verano de 1989.

Lana desde siempre había estado interesado en aquel chico tan callado en la escuela. Era muy guapo, pero nunca convivía con los demás compañeros. Ella era la clásica adolescente popular y los chicos la perseguían. Pero ella no estaba interesada en ellos, la mayoría eran muy tontos. Pero Kal, era uno de los más inteligentes y noto que era dulce cuando alguien lo trataba bien. Sin duda esté chico la había enamorado, a pesar de hablar poco con él.

La profesora de ciencias había encargado un proyecto en equipo, así que por suerte del destino a Lana le tocaría estar con el Kal, cosa que le encanto. Podría estar en sexto grado de la escuela, tener tan sólo once años, pero a ella estaba segura de que estaba enamorada de este chico. Así que los dos quedaron para verse en la entrada de la escuela, donde se irían en bicicleta hasta el rancho donde vivía la familia El.

Ambos se observaron en aquella entrada, Kal llevaba una bicicleta azul hermosa, el niño le sonrió dulcemente a Lana. -¿Lista?- preguntó observando atentamente a la chica asiática. La niña acerco su bicicleta rosa y se subió en ella para seguir al niño castaño. El camino estaba un poco lejano, fue casi una media hora en bicicleta, pero por fin habían llegado a aquel rancho, era muy hermoso y limpio.

Lana miro a su alrededor observando a los animales que tenían ahí, la mayoría vacuno y uno que otro caballo. Dejaron las bicicletas junto al granero, La chica se sonrojo cuando sintió que Kal le tomaba de la mano. -Te enseñaré mi pequeño proyecto. Te llevaré a mi escondite secreto- comentó contento, la adentró al campo de maíz que tenía el rancho y luego salieron al pequeño bosque pegado al mismo.

-Te encantará, yo lo sé- dijo emocionado. Estaban tan adentro que le maravillo la naturaleza, llegaron hasta una casa de árbol, y luego la guio donde había una trampilla en el suelo tapada con una lámina de metal. Kal la quitó, Lana trato de no vomitar al ver al gato en descomposición. Miró curiosa al niño.

-¿Por qué lo tienes ahí?- preguntó triste, pensando que tal vez una familia buscaba a su pobre gato.

-Bueno por diversión y aprender. Quería saber cuánto tardaba en descomponerse un cuerpo. Mira casi está en los huesos. Pero papá dice que debo pensar en grande. Así que para tenerlo orgulloso tendré que hacer algo que no me gusta. Eres mi única amiga. Lo siento Lana- respondió empujando adentro de la trampilla profunda a Lana, está grito aterrorizada -De verdad lo siento, yo no quería, pero papá dice que debo ser cómo él- se lamentó y cerro la trampilla.

Lana empezó a gritar muy asustada y llorosa. No quería morir ahí, menos junto al pobre gato que se estaba pudriendo ahí. –¡Ayuda! - grito tratando de escalar, pero sus uñas se rompieron, lloró del dolor. Se sentó lo más lejos del cuerpo del gato a esperar, esperanzada que Kal le estuviera haciendo una broma, llorosa abrazó sus piernas. De pronto empezó a llover y el hoyo empezó a llenarse.

-Ahora sí moriré- comentó asustada, cuando la trampilla de pronto se abrió. Suspiró aliviada, una mujer rubia muy embarazada estaba ahí, junto a ella un Kal lloroso. La mujer la ayudó a subirse, se veía tan asustada la mujer.

-Todo estará bien cariño- comentó la mujer abrazándola -disculpa a mi sobrino, a veces sigue las idioteces de su padre. Soy Astra Inzé, la tía de Kal- la llevó nuevamente por el campo de maíz, afuera estaba un auto con su bicicletita amarrada atrás. Kal se veía nervioso y triste. Lana sabía que el chico no deseaba hacerle mal.

-Lo siento Lana, soy un tonto, creí que papá así estaría orgulloso de mi- se disculpó cuando Lana subió al auto de la mujer llorosa. La chica sólo asintió y se despidió con la mano. Ya no quería estar en ese maldito lugar. Sólo quería ir a casa y darse un buen baño.

Morrigan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora