Capitulo 8

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Al rato llegó Johnson con mucha ansiedad y prisa en su caminar, miró para todos los lados, cuando lo creyó correcto dijo:

—Allí arriba había un francotirador, eso fue lo que seguramente viste— le interrumpió mi móvil, lo cogí.

—Bien Duvan y Johnson, sois chicos muy atentos, pero ese hombre está ahí porque Duvan no ha cumplido con su trato, te he dado tiempo querido, pero no lo has hecho, no me queda otra elección amigos.

—¿Y deduzco que ese hombre está ahí para matar a Diana verdad?

—¡Correcto!, eres muy listo, pero también a vosotros si os ponéis en el camino para ir a protegerla, pero bueno, no soy tan malvado, te doy a elegir, ir a por ella o dejarla morir, te doy cinco minutos que empiezan a agotarse desde ya, piensa rápido, Ojo de Halcón no fallará su tiro— colgó con una risa típica suya.

Ni lo pensé, ordené a Johnson a ir por aquel hombre, Ojo de Halcón era el mejor tirador de la secta, como dijo Darsle nunca fallaba un tiro, yo mientras iría a toda mecha para salvar a Diana.

Narra Johnson

Escalando el edificio por las ventanas y cornisas que habían llegué a la dichosa azotea, el tirador estaba apretando el gatillo, Diana estaba asomada en su balcón, un objetivo muy fácil para Ojo de Halcón, entonces me di prisa, pero logró disparar antes de que le degollase, mientras la bala se acercaba a Diana mi compañero le gritó que se agachase, increíblemente lo hizo, la bala impactó en el cristal de la puerta que daba adentro de la habitación de ella, una vez asesinado a Ojo de Halcón le quité el arma y todo lo que podría ser útil para siguientes aventuras, que mi intuición me decía que habrían bastantes.

Narra Duvan

Entre en el edifico como un coche sin frenos, subí las escaleras casi cayéndome por el camino, pero cuando llegué a su piso, el tercero para especificar, una voz procedente de mi espalda me dijo que me detuviese, su pistola acarició mi nuca, y otras dos armas se recargaron, deducía que eran tres como mínimo, pasado tres segundos me giré rápidamente, le golpeé una rodilla, luego la barriga , lo lancé contra la pared, inmediatamente propine una patada en la tez de otro enemigo y al consiguiente le hice una llave de arte marcial en el brazo hasta romperle este mismo, gritó de dolor, al primero que agredí le giré el cuello con las manos y falleció inmediatamente, en un instante de poca duración habían un inmenso charco de sangre, pero no me dieron tiempo a descansar, otros cuatro hombres salieron de la vivienda de Diana, dos se dedicaron a dispararme, pero no consiguieron abatirme, esquivaba sus balas de una forma muy fácil para mí, saqué mi pistola y en tres tiros les llevé al infierno, guardé mis arma, pero hice asomar mis dos espadas, ya que los otros dos rivales me venían a atacar cuerpo a cuerpo, pero igualmente, un corte en el abdomen y otro en la cabeza acabaron con ellos.

Me acerqué aún más a la vivienda de Diana, pero salió agarrada por un hombre, el cual me amenazó de matarla si daba un paso, para desgracia otros dos hombres aparecieron detrás mío.

—Lo siento Duvan, has perdido, acepta tu derrota— pero su alegría no duró mucho, y antes de que pudiera escuchar el grito de uno de sus acompañantes Johnson le degolló y yo con mi brazo derecho y un fugaz movimiento decapité a los dos enemigos que tenía detrás mío.

Diana cayó agotada al suelo, muy nerviosa, la abracé sin pensarlo dos veces, ordené a Johnson a recoger sus cosas más importantes, agarré la mano de la chica y todos abandonamos el lugar sin perder ni un segundo más. 

El arte de matar y de amar II (ORIGINAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora