Entré en la casa y fui directamente a la habitación donde estaba mi madre.
—Madre
—Hijo, vaya sorpresa, que grande y fuerte estás
—Ya mamá
—Mi niño que se ha hecho grande, estoy orgullosa de ti
—No lo creo, te he tratado muy mal
—Errores tenemos todos hijo
—Ya pero no te merecías que te tratara así
—Hijo, ya soy feliz, te he vuelto a ver, hecho un hombre, ya me puedo ir de este mundo
—No digas eso mamá—me salió una lágrima.
—Hijo soy mayor, no tengo mucho que hacer y he visto a mi niño
Mi madre solo vivió dos días más, no me separé en ningún momento de la cama.
Se murió agarrándome la mano y con una sonrisa de ángel.
Me sentí destrozado, me recorrió por la venas el odio hacía la secta, tenía ganas de matarlos a todos.
Enterramos a mi madre en un cementerio, sin mucho público. No quería llamar la atención de los asesinos, ya que mucha gente reunida sería facilitarle la ubicación muy fácilmente.
Me arrodille delante de la tumba, las lágrimas caían sin tregua, acaricie suavemente la rígida y fría superficie de la lápida.
—Te quiero mamá, siempre te he querido, siento no haberlo demostrado pero te tendré en mi corazón para siempre, adiós mamá descansa en paz.
Me levanté tras depositar junto a la lápida unas calas, estas flores eran sus favoritas.
Siempre traía un racimo de calas cuando volvía de hacer la compra.
Las ponía en un jarrón medio lleno de agua en el salón o en la mesa de la cocina.
Como estaba triste no hablaba con nadie y entrenaba todo el tiempo.
Diana salió de la casa en una de las ocasiones.
—¿Vas a estar todo el tiempo así?—me dijo.
—No puedo estar de otra forma, no la trate bien, no se merecía esto
—Siéntate al lado mio
Me senté junto de ella.
—Hay dos cosas que haremos en nuestra vida, cometer errores y morir es inevitable
—Lo sé, pero no fui un buen hijo
—Pero ella no le importó, te quería igual desde que naciste hasta que murió
—Ya
Hubo un pequeño silencio.
De repente sentí sus manos en mi cara manchandome con algo.
Era barro y odio que me ensucien la cara, me siento incómodo cuando me hacen eso.
—¿Así?—dije yo irónicamente.
Sin que se diera cuenta le hice lo mismo.
Hicimos una guerra de barro hasta tumbarnos en el césped.
Tras rodar en este me quedé debajo de ella.
Ella sonrió y fue acercando sus labios hasta besarme.
—No he debido hacerlo —dije yo nervioso.
—¿Quién ha dicho que pares tolete?
—¿Sigo?
—Porque no
Nos seguimos besando un rato y tumbados en la hierba hablamos de cosas más divertidas.
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El arte de matar y de amar II (ORIGINAL)
Action"Para mi matar es algo placentero y me resulta algo totalmente normal, no tengo piedad de nadie porque a todos los que asesino se lo merecen, la muerte es mi forma de expresar mis sentimientos y de ganarme la vida..." Estos son los pensamientos d...