Entramos en casa con mucho cuidado para no romper el agradable silencio que había en la casa, por lo que pude ver no parecía no haber nadie despierto.
Caminé hasta el centro del salón para dejar las llaves sobre la mesa de madera oscura que estaba entre los dos sillones, pero una luz se encendió y allí estaba Diana sentada en uno de ellos, vestida con una bata que parecía abrigada y con una cara de no parecer estar sorprendida, nos miró a los dos esperando una respuesta rápida, pero ni yo ni mi compañero sabíamos qué decir.
Narra Diana
Duvan pensaba que no lo sabía, pero en el tiempo que estuvieron estuve ojeando en su maleta y había encontrado información para nada agradable.
Papeles con mis fotos, mis rutinas, lugares que yo visitaba frecuentemente, todo estaba en ese folio de una forma muy ordenada y con algunos tachones.
Me quedé muy impactada, él era el asesino, pero lo que me cabreaba era que no me había dicho la verdad.
Narra Duvan
—¿Qué haces despierta? —pregunté.
—Tenemos que hablar en privado—contestó ella.
No pintaba bien la cosa, hacía poco que la conocía, pero parecía que llevaba tres años a su lado, sabía que estaba enfadada, su mirada, su cruzar de brazos y sus labios puestos como una u al revés.
—¿Qué pasa? —pregunté haciéndome el loco, aunque en verdad si sabía de qué se había cabreado, ya que vi el papel donde tenía mis apuntes, empecé a maldecir todo.
—Dime qué es esto y a lo mejor podrás averiguar qué coño me pasa, si es que no piensas matarme antes.
Me puso el folio en el pecho, se alejó unos dos pasos para apoyarse en la pared con los brazos cruzados, lo miré disimulando, pero creo que no era tonta, lancé la hoja al lado derecho y me acerqué a ella lentamente.
—Es una historia muy larga— contesté, no me salían las palabras, en momentos sentía que me iba a dar un tortazo o algo similar.
—Tenemos toda la noche cariño—me miró a los ojos y volvió a quitarme la mirada de una forma brusca.
—Si Diana, era yo el que te tenía que matar.
—Eso ya lo sé, pero no entiendo porque no me lo dijiste ¿Tan difícil era contarme esa chorrada?
—No encontré el momento, siempre que estamos a solas te pones a besarme y no he querido cortarte el rollo, y no es una cosa fácil de decir, ya que me mirarías de otra forma y no quiero perderte.
—Y es preferible mentirme...
—No te he mentido tampoco, es más ni te he matado y decidí revelarme contra la secta para que no seas asesinada.
—Esa es la razón pues que sepas que hubiera sido mejor más sinceridad ¿Ahora cómo puedo confiar en ti? —me volvió a mirar a los ojos.
—Pues creo que ya he hecho bastantes cosas, pero si quieres hago más, pero jamás te voy a disparar por la espalda.
— ¿Me quieres? —su tono de voz cambió, se relajó.
—Aparte de eso también te amo, no sé si lo has podido ver.
—Sinceramente lo he visto, pero odio las mentiras, creo que deberías tener eso en cuenta cariño.
—Lo tendré en cuenta cielo, te lo prometo.
— ¿Seguro?
—Si.
—Vale...me voy a dormir, hasta mañana—y se fue a su habitación, yo me senté, me percaté de que Johnson ya no estaba.
Puse la espada encima de la mesa y me acosté, mirando al techo comencé a pensar en muchas cosas de mi pasado. Algunas eran tristes y otras muy alegres, como todo en esta vida.
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El arte de matar y de amar II (ORIGINAL)
Acción"Para mi matar es algo placentero y me resulta algo totalmente normal, no tengo piedad de nadie porque a todos los que asesino se lo merecen, la muerte es mi forma de expresar mis sentimientos y de ganarme la vida..." Estos son los pensamientos d...