Capitulo 10

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A medio camino decidimos parar en un bar para quitarnos la sed que todos teníamos, es bueno y muy crucial estar hidratados y alimentados,

No parecía un lugar tranquilo, sin mucho bullicio, sin la suficiente atención para llamar la atención a los espías o sicarios.

—Diana despierta, vamos a tomar algo en este bar que hay justo delante de nosotros.

—Oh no, odio esos sitios, solo hay borracho y pervertidos.

—Aquí estaré yo para protegerte—me miró con cara de enamorada y me lanzó una de sus bellas sonrisas.

El bar era pequeño, solo tenía un oxidado cartel con su nombre, dicho en pocas palabras estaba en la nada.

Entramos y le pedí al camarero dos cervezas y un refresco, el camarero nos lo sirvió rápidamente, tampoco tardó en aparecer un borracho al lado de la presencia de Diana.

—Vaya ¿Te han dicho que éstas buenísima?

—No—respondió con total frialdad.

—Pues ya lo sabes, tienes el cuerpo de una diosa—insistía el mugriento señor.

—Déjeme en paz—le dijo la chica levantando la voz.

—Solo pretendo charlar contigo mi reina.

—Te ha dicho que la dejes en paz ¿No oyes?—intervine yo.

Diana me miró, hizo un gesto diciendo que me sentara, la obedecí, pero no le quite la mirada al hombre pesado aquel.

—Bien hecho muñeca ¿Quieres ir al baño?

—No y quite la mano de mi pierna

—No quiero—se rió de forma escandalosa y algo vulgar.

—Tu mismo.

Diana se levantó y le dio un rodillazo en las partes del hombre. Este dolorido se marchó como pudo.

Salimos del bar agobiante y cutre, todos tranquilos, sin decir ninguna palabra hasta llegar al coche, ahí entonces fue cuando le pregunté.

—¿Cuánto tiempo me ibas a ocultar esa faceta?—me di la vuelta para mirarla, ya que estab sentada detrás mío.

—Pues lo mismo que tardarías tu en llevarme a un sitio de estos.

—Entonces no necesitas mi protección.

—Si la necesito, los que me quieren matar están preparados, estos tipos de hombres no se protegen sus partes.

Me reí y volví a sentarme bien para poder conducir lo más cómodo posible, después de ajustar el asiento y poner los espejos en su lugar idóneo, arranque el motor y me metí en la carretera.    

El arte de matar y de amar II (ORIGINAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora