Capitulo 14

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Después de acordar con los chicos ir a visitar a mis padres. Estuvimos cuatro días de largo camino. Entramos en el pueblo y justo en una calle a media distancia divisé a mi padre pero le estaban a punto de pegar tres hombres. Salí del coche enfadado y decidido de salvar a mi padre de esos energúmenos.

—¡¡Dejarlo en paz!!—grité

—¿Quién eres tu para decirnos lo que debemos hacer?

—Mejor dejarlo en paz—intente tranquilizarle.

—¿Qué eres la policía o solamente un estúpido joven que se aburre en su casa?

—Te vamos a dar una puta lección de vida

—Adelante chicos quiero aprender esa lección

Se miraron unos a otros y se rieron, al poco tiempo parecían haber acordado darme una paliza. Yo mientras tanto espere seriamente y tranquilo ¿Qué me iban a hacer cuatro idiotas, viejos y desarmados? De un momento a otro me atacó uno de ellos pero lo paré con los brazos, me intentó empujar y lo cogí por la ropa y lo lancé contra una pared. Esquive un puñetazo y le di yo un golpe en la nariz a otro, esta le empezó a sangrar, el hombre retrocedió hasta agacharse y apoyarse en una mesa del bar.

Al último lo cogí del cuello con una mano y lo estampe contra la pared sin soltarle.

Saqué un cuchillo y se lo puse cerca del cuello.

—Suéltame y te dejaré en paz, te lo juro—dijo casi sin respiración.

—Antes de eso atiéndeme ¿Ves este cuchillo?—le dije con furia.

—Si, si lo veo.

—Bien pues te lo digo una sola vez, que ni el cuchillo ni yo te volvamos a ver la cara, porque si volvemos a verte te lo meteré en el cuello sin piedad ¿Lo entiendes o se lo digo a tu mujer?

—Si lo he entendido.

Lo solté tirándolo contra las sillas y mesas del bar, me acerque y agachándome le dije que había aprendido la lección. Luego fui a por mi padre y le tendí la mano.

—Padre.

Narra el padre

No me lo creía, mi querido hijo estaba delante de mí, mi niño pequeño. Siempre decía que iba a volver antes de que me muriera y mi esposa también.

Narra Duvan

—Hijo mío¿Cómo estás?—me dijo con euforia.

—Bien¿Y mi madre?

—Está en casa acostada esta enferma...

—¿Enferma?

—Si desde que te fuiste con lo triste que estaba le entró cáncer.

Sin pensarlo fui velozmente a mi casa de infancia, iba a volver a pisar el hogar de mi niñez, se me saltaban las lágrimas. Estaba mal, un poco hundido, tenía una sensación de miedo y alegría en el interior de mis venas.

El arte de matar y de amar II (ORIGINAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora