Seguía en la cama tumbada, quedaban unos 20 minutos escasos para terminar de decidir que quería hacer.
Lo complicado era que cada vez que decidía volvía a preguntarme si era lo correcto, pero al fin y al cabo eso solo lo podía decidir yo.
— Amelia, ¿Estas?— era Damian, su voz era demasiado conocida a estas alturas.
Me levanté quedándome sentada en la cama y quedándome en silencio durante unos segundos. Abrí la puerta, Damian estaba apoyado en el marco de la puerta. Llevaba unos vaqueros negros y una camiseta remangada del mismo color.
— ¿Y bien?
— Vamos.— dije finalmente.
Fuimos a la planta baja, todos estaban allí para despedirse. Me hizo gracia por qué todos se juntaron apretujándome formando un sándwich humano, bueno... no tan humano.
Al contrario que las otras veces no salimos por la puerta principal, algo que me resultó muy extraño. Me condujo hacia la biblioteca y después al sótano.
— No... Sé que estamos haciendo aquí.— dije confundida, más de lo normal.
— Vamos a Wingston.— dijo acercándose a una pared que estaba formada de piedra.
— Ya...lo sé, pero no llego a comprender que hacemos aquí.— puso una de sus manos sobre un ladrillo y este comenzó a girar.
Después de moverse cada ladrillo acabó formando una puerta de piedra. La cual se abrió dejando paso a un pasillo con mucha naturaleza.
— ¿Es un...portal?— me miró — ¿Por qué no fuimos de esta manera a Murdock?
— Murdock no tiene muchos portales, es el único reino así. Pero este tiene mucha más magia de la que crees.— tomé su mano extendida y caminé junto a él hacia el otro extremo.
— Bienvenido de nuevo Damian.— un hombre moreno y con traje como si fuera un soldado nos recibió. — ¿Quién es su acompañante?
— Ella es Amelia.— saludé con la mano y una pequeña sonrisa.— Queremos ver a Armand.
La puerta se cerró y empezamos a caminar junto al hombre.
— Armand está junto a aquella fuente.
— Gracias, Henry.— Damian se despidió del hombre dejándonos solos.
Caminamos por un jardín bastante amplio, el césped relucía con un color muy bonito aunque si dabas una pequeña vista al exterior no era tan buena. Parecía que la naturaleza según salías de aquel lugar iba careciendo de vida.
Llegamos a una fuente, allí había un hombre, tendría unos 40 años aproximadamente. Tenía una melena larga rubia y llevaba un traje marrón con mil hojas a su alrededor, en la mano también portaba una especie de bastón de madera bastante peculiar.
— Armand.— el hombre se giró mostrando su cara.
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Feroz - Bilogía «Indómito» {#2} ✔️
FantasyDespués de un año de lo ocurrido, Amelia, continúa con la mejoría de sus poderes mientras disfruta de la pequeña paz que les dio la última batalla. Claro que, lo bueno dura poco, y después de asumir que debe tomar sus responsabilidades reales debe...