Cap15. Amanda

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Volví a levantarme, ese dichoso polvo me dejaba agotada. Llevaba sola mucho tiempo y de vez en cuando por un conducto sale un polvo, no tengo ni idea de lo que puede ser, solo sé que me deja medio dormida sin llegar a estar despierta pero tampoco dormida...es muy extraño. También cuando conseguía despertarme podía verse en el suelo los restos de ese polvo color azulado. No exagero si os digo que todo estaba cubierto de ese polvo.

Solo conseguía hablar en ocasiones con un chico, sé que se llama Héctor y no por qué me lo haya dicho él, sino que siempre escuchaba a una chica chillar su nombre...así que supuse que ese sería.

Supongo que mi instinto animal y superviviente fue lo que no me hizo perder la cabeza, aunque no sé si hubiera sido peor o mejor.

Un día me levanté y cuando los efectos de aquel polvo dejaron de hacer efecto me di cuenta que había una chica rubia tirada en el suelo. Me acerqué a ella y conseguí despertarla.

— ¿Dónde estoy?

— No lo sé.— Admití.— ¿Eres de la familia Leucosia, no es así?

— Me llamo Lorene. ¿Tú quién eres?

— Soy Amanda, de Murdock

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— Soy Amanda, de Murdock.— me agaché para estar a su altura.

— No recuerdo nada, es frustrante.

Puse mi mano en su rodilla, las dos estábamos en las mismas y debíamos estar juntas en esto.

— ¿Cuánto llevas aquí?— me volvió a preguntar.

— Un mes, más o menos.— se le abrieron los ojos de par en par, la verdad era increíble pensar todo el tiempo que llevaba ahí.— No sé a qué esperan, pensaba que querían simplemente matarme o algo así.

— No estarías viva si eso fuera así.

— Lo sé y eso es lo que más miedo me da.

La chica se levantó, la ayudé y entonces empezó a mirar a todos lados.

— No hay ventanas.— dijo preocupada.

— Solo hay aquello,— dije señalando un tragaluz.— pero apenas se puede ver nada. ¿Por qué?

— Tengo un gran instinto de la orientación, y podría ayudarnos a salir de aquí, pero así es complicado.

Nos sentamos nuevamente al ver que no podíamos hacer nada.

— Es agradable, dentro de lo posible, volver a hablar con alguien.— la sonreí amigable.

Ella siguió contándome, sobre su vida, aficiones, y todo lo que fuera con tal de no quedarse en silencio. Yo era adulta y sabía... Mantenerme por así decirlo, pero ella que era una chiquilla de 22 años, me contó que su mayor miedo era quedarse sola y que aunque apenas me conociera tenía miedo de que me llevarán y ella quedarse sin nadie. La entendía perfectamente, Laia era igual.

Feroz - Bilogía «Indómito» {#2} ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora