Cap11. Adonis

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Llevo muchos putos días aquí y no sé qué cojones puedo hacer más.

También sé que muchos de vosotros podéis pensar que soy idiota por dejar que me atraparán encerrándome otra puta vez detrás de estos barrotes y la verdad, sí. Soy el gilipollas de la historia, el que es mitad demonio y el que piensa que a pesar de mi yo interior todos tenemos algo bueno, estoy empezando a pensar que eso no es así.

Es verdad que cuando tenemos un problema tendemos a exagerar todo lo ocurrido, pero cada vez pierdo más la confianza con las personas. Nadie confía en nadie, y eso es lo que más me entristece.

Intento confiar en la gente, en pensar que hay algo bueno dentro de cada persona y siempre me dan con lo mismo en las narices, todo es demasiado falso. Tanto que me asusta pensar que yo también podría llegar a serlo, al fin y al cabo para que voy a pensar en los demás sí nadie se interesa por mi.

¿Sabéis que? No, me niego. Tendría muchas razones para unirme a ellos, ser uno más de la "familia" pero prefiero tener personalidad. Algo que parece faltar últimamente entre ellos.

El sonido de la cerradura abrirse me distrajo de todas esos pensamientos.

— Hola, hermano.

— Amelia. ¿Qué haces aquí?— me levanté del suelo pero ella con un gesto me puso una especie de esposas, mezcla de raíces y fuego, no podía moverme. Detrás de ella vi aparecer a Ginebra.

— Ella me trajo aquí.— La señaló con la mirada.

Caminó hacia mí ,que seguía quieto como una estatua, se veía sería como si no tuviera vida y eso hizo que me vinieran los pensamientos que había tenido en la cabeza estos días.

— Me rompe el corazón verte así.— lo decía en serio, puedo ser mitad demonio pero no soy de cristal.

— ¿Enserio? ¿Y no se te rompió al mentirme?

Me quedé mirando su cara que parecía no tener ningún sentimiento de expresión.— No te he mentido.

— Sabías que yo era tu hermana, desde el principio. Como todos ellos y me mentiste.— giraba entorno a mi.

— No estaba seguro, dudaba de ello.— Se quedó quieta de nuevo observándome.— ¿Sabes por qué? Porque no eres como ellos. Tú eres buena.

— ¿Quién lo dice?— Levantó una ceja a la vez que su barbilla viéndose con un empoderamiento maligno.— Adonis, tienes dos opciones.

— Escucho.

— Te puedes pudrir aquí, mientras arrasó todo. O puedes ayudarme a conseguir lo que quiera. Se te da bien entrar y salir de los sitios sin ser visto.

— No eres capaz de dejarme aquí.

— ¿Quieres apostar algo? Tu vida, por ejemplo.

— No te reconozco.

— Nunca me conociste. Te fuiste el segundo día de conocerme y me mentiste. Mira lo que me hiciste.— sonreía haciendo que sus ojos brillaran.

— ¿Acaso estás diciendo que te hice así? Echas la culpa a quien te ha querido ayudar en todo momento, me fui para averiguar la verdad. Buscar a Gideón, a Ginebra e intentar hablar contigo pero cuando quise volver ya estabas corrompida. Llevas corrompida desde hace demasiado tiempo. Me atrevería decir que es desde que tocaste la piedra cuando te la lanzó Gideón.

Caminó hacia la puerta de nuevo cerrando mi jaula y quitándome esas esposas que creo con un simple gesto.

— Dime, ¿que te ha pasado? Adonis te veía de otra manera, realmente me defraudas. Dejaré que te pienses bien tu decisión.

Feroz - Bilogía «Indómito» {#2} ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora