— Estoy harto de esta mierda.
— ¿Qué ocurre?— Héctor como siempre estaba al tanto de mi.
— Nada.— contesté seco.
Héctor se encogió de hombros sin saber que contestar, al parecer se iba a marchar pero se detuvo antes de cruzar la puerta.
— ¿Te molestó lo que te dije el otro día no es así?— Era obvio, pero era demasiado orgulloso como para contestar así que me limité a permanecer serio.— Mira siento que te moleste pero es la verdad. Aunque no contestes.
Me mordí la lengua dejando que se marchara, tenía otras cosas en mente y se me estaba poniendo todo patas arriba, demasiado difícil para mí.
Me encerré en mi cuarto, es decir, en el despacho en el que estaba, cree un portal y lo crucé. Era ya rutina y lo tenía todo calculado para que no me pillara mi hermana.
Al cruzarlo me topé con la habitación que estaba acostumbrado a ver, con libros por el suelo y velas iluminando la estancia.

— Por fin llegas.— provenía detrás de mí.— ¿Qué ha ocurrido?
— Tenemos tres piedras: fuego, viento y destrucción. Llegamos hace un tiempo.
— ¿Y cuando pensabas venir a contármelo?— su entrecejo fruncido era parte de él, nunca le había visto con otra expresión y su voz amenazante hizo que diera un paso atrás.
— Iba a venir cuando pudiera, ¿Recuerdas que nadie sabe que sigues vivo?
— Dentro de poco todos lo sabrán, y cuando todas las piedras sean mías...— sonreía como un psicópata lo haría.— Todo el mundo temblará ante mi nombre.
— Hablando de eso..., No sé cuándo conseguiremos las demás.— Dió un fuerte golpe empujándome contra una pared.
— Repítelo.
— Amelia está agotada, la necesitamos si queremos que salga bien.
— Lo haréis sin ella.— ni siquiera pestañeaba.— ¿He hablado claro?
— Si.
— ¿Si? Pues tráeme las putas piedras, las quiero. Son mías. Y como no las tenga empezaré a matar sin piedad a quien se meta en mi camino.
— ¿Me matarás a mi? Me necesitas más que yo a ti.— entrecerró los ojos acercándose.
— Te mataré niño y no lo pensaré dos veces.
— Ginebra también resultó herida por plata.
No dijo nada simplemente se apartó yendo a otra sala, empecé a seguirle como era de costumbre. Hablaba para si mismo con las manos en la espalda, caminaba encorvado y con mirada perdida mientras repetía una y otra vez lo mismo: Las piedras, necesito las piedras.
Estaba loco por el poder y muy a mi pesar me lo había contagiado, pero me había alejado bastante estos últimos años. Apenas le veía y eso había hecho que hubiera abierto los ojos, aunque seguía siendo su marioneta. Intentaba ser fuerte y tener valentía pero como serlo con alguien que siempre me dijo que era un inútil.
Desde que mis hermanos se fueron él se implicó a que odiara a cualquier ser habitable en la tierra, no tenía respeto por nadie y eso también me incluía a mi. Solo le respetaba a él, le complacía en lo que hiciera falta y si tenía que matar a alguien para ello...lo haría.
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Feroz - Bilogía «Indómito» {#2} ✔️
FantasiaDespués de un año de lo ocurrido, Amelia, continúa con la mejoría de sus poderes mientras disfruta de la pequeña paz que les dio la última batalla. Claro que, lo bueno dura poco, y después de asumir que debe tomar sus responsabilidades reales debe...