Cap17. Gideón

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— Estoy harto de esta mierda.

— ¿Qué ocurre?— Héctor como siempre estaba al tanto de mi.

— Nada.— contesté seco.

Héctor se encogió de hombros sin saber que contestar, al parecer se iba a marchar pero se detuvo antes de cruzar la puerta.

— ¿Te molestó lo que te dije el otro día no es así?— Era obvio, pero era demasiado orgulloso como para contestar así que me limité a permanecer serio.— Mira siento que te moleste pero es la verdad. Aunque no contestes.

Me mordí la lengua dejando que se marchara, tenía otras cosas en mente y se me estaba poniendo todo patas arriba, demasiado difícil para mí.

Me encerré en mi cuarto, es decir, en el despacho en el que estaba, cree un portal y lo crucé. Era ya rutina y lo tenía todo calculado para que no me pillara mi hermana.

Al cruzarlo me topé con la habitación que estaba acostumbrado a ver, con libros por el suelo y velas iluminando la estancia.

— Por fin llegas.— provenía detrás de mí.— ¿Qué ha ocurrido?

— Tenemos tres piedras: fuego, viento y destrucción. Llegamos hace un tiempo.

— ¿Y cuando pensabas venir a contármelo?— su entrecejo fruncido era parte de él, nunca le había visto con otra expresión y su voz amenazante hizo que diera un paso atrás.

— Iba a venir cuando pudiera, ¿Recuerdas que nadie sabe que sigues vivo?

— Dentro de poco todos lo sabrán, y cuando todas las piedras sean mías...— sonreía como un psicópata lo haría.— Todo el mundo temblará ante mi nombre.

— Hablando de eso..., No sé cuándo conseguiremos las demás.— Dió un fuerte golpe empujándome contra una pared.

— Repítelo.

— Amelia está agotada, la necesitamos si queremos que salga bien.

— Lo haréis sin ella.— ni siquiera pestañeaba.— ¿He hablado claro?

— Si.

— ¿Si? Pues tráeme las putas piedras, las quiero. Son mías. Y como no las tenga empezaré a matar sin piedad a quien se meta en mi camino.

— ¿Me matarás a mi? Me necesitas más que yo a ti.— entrecerró los ojos acercándose.

— Te mataré niño y no lo pensaré dos veces.

— Ginebra también resultó herida por plata.

No dijo nada simplemente se apartó yendo a otra sala, empecé a seguirle como era de costumbre. Hablaba para si mismo con las manos en la espalda, caminaba encorvado y con mirada perdida mientras repetía una y otra vez lo mismo: Las piedras, necesito las piedras.

Estaba loco por el poder y muy a mi pesar me lo había contagiado, pero me había alejado bastante estos últimos años. Apenas le veía y eso había hecho que hubiera abierto los ojos, aunque seguía siendo su marioneta. Intentaba ser fuerte y tener valentía pero como serlo con alguien que siempre me dijo que era un inútil.

Desde que mis hermanos se fueron él se implicó a que odiara a cualquier ser habitable en la tierra, no tenía respeto por nadie y eso también me incluía a mi. Solo le respetaba a él, le complacía en lo que hiciera falta y si tenía que matar a alguien para ello...lo haría.

Feroz - Bilogía «Indómito» {#2} ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora