Después de mi momento eufórica por ver las páginas brillar, leí lo que ponía en el papel.
— La que te pintó hace mucho tiempo y reposa leyendo en silencio.— Eh...vale, miré de nuevo al cuadro de Liliana y ella había sido quien me había pintado y en su cuadro aparecía ella leyendo.
Dejé el libro apoyado en el sofá a la vez que me levantaba caminando hacia el cuadro. Me quedé delante de el. Palpaba con mis dedos los bordes de este con intención de encontrar algún botón o algo parecido. Pero nada, era un cuadro normal y corriente.
Me mordía el labio intentando pensar cómo podría abrirse. Y por si lo preguntáis no, no se podía quitar de la pared, también lo intenté. Me fijé que había una placa al filo del marco, tenía escrito algo pero estaba algo desgastado y apenas se podía distinguir algunas letras.
Coloqué mis manos al borde izquierdo y empecé a tirar con fuera.
— ¿¡Qué se supone que estás haciendo!?— aparté mis manos de un susto.— Contesta.
— Damian, ¿Qué haces? ¿No se supone que estabas en Wingston?— seguía quieta sin capaz de reaccionar.
— Estaba, ¿y tú qué narices haces aquí?— Él en cambio se acercaba a mi con el ceño fruncido.— ¿No vas a contestar?
— Quería saber dónde están las piedras y... No entiendo por qué no queréis que me acerque a ellas.
— Hace una semana me preguntaste por ellas también, que quieres saber. Si es eso te diré lo que quieras.
— Quiero verla, y aprender a controlarla.— empezaba a cabrearme el hecho de que no querían ni que las viese.
— No.— se separó de mi yendo hacia las escaleras.
— Damian, para. ¿Qué pasa?
— Nada.— subió un peldaño y me aproximé para detenerle poniéndome delante suya— apártate.
— No lo haré hasta que me digas por qué no puedo tocar la piedra.— se mantenía serio como si no tuviera ninguna expresión que dar.— Te exijo que me lo digas.
— ¿Me lo exiges? — reía sarcástico — Tú no me puedes exigir nada.
— Soy la futura reina de Wingston.— mis palabras fueron fuertes y seguras, era verdad al fin y al cabo.
— Pues ves a tu puto reino.— me apartó con fuerza y pasó dejándome en aquellas escaleras.
Miré de nuevo al cuadro y seguidamente al libro que seguía en el asiento. Me apresuré a recuperarlo y subí a mi habitación. Me encerré escondiendo el libro donde nadie pudiera encontrarlo. Abrí el armario y entonces se me ocurrió esconderlo en la caja de unos zapatos.
Tenía que subirme a una silla para alcanzar a dejarlo en el sitio más alto posible. No tenía la luz encendida, solo tenía una pequeña luz en la mesa de noche.
— Buen escondite.— me sobresalté por la voz que tenía a mi espalda.
Me di la vuelta para darme una sorpresa.— ¿Adonis? ¿Qué haces aquí?
— ¿Y tú qué escondes ahí?— su tono juguetón hizo que me saliera una pequeña sonrisa.
— Cosas de chicas.— se sentó en la cama dejándome un hueco pero seguía de pie.
— Entiendo.— se echó las manos a la nuca cuando su espalda llegó a tener contacto con el colchón y dejó que se marcará su mandíbula al sonreír pícaro.
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Feroz - Bilogía «Indómito» {#2} ✔️
FantasyDespués de un año de lo ocurrido, Amelia, continúa con la mejoría de sus poderes mientras disfruta de la pequeña paz que les dio la última batalla. Claro que, lo bueno dura poco, y después de asumir que debe tomar sus responsabilidades reales debe...