La mejor opción

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Nos encontrábamos en una fila frente a un trono enorme y dorado, las demás mujeres a mi lado eran bellísimas, con cuerpos de esculturalmente perfectos y altas, todas de edades entre 30 y 35 años, siendo yo la más pequeña.

Una silueta enorme y alta se acercó a nosotras junto a otra similar.

—Raquel— una voz ronca salió del hombre —¿Ellas son las nuevas damas?.

—Así es señor.

Raquel nos acompañaba, lo que de algún modo me hacía sentir segura a pesar de conocerla hace a penas una hora, sin embargo eso de las "nuevas" damas me asustó.

¿Y las anteriores?

—Dime tu nombre— ordenó a una mujer.

—Maria.

Se acercó con cada una, la pregunta y la contestación iban sincronizadas, María, Sara, Elena, Marcela, Lilia y...

—Dime tu nombre.

—Lilith

—Bienvenida de vuelta esposa de Adán, sin duda un ángel bellísimo eres tú.

—Ya lo sabe usted rey.

Ellos se conocían, no me extrañaba escuchar ese nombre y saber que tenía algo que ver con los angeles y con Dios.

—Dime tu nombre— está vez la voz ronca se dirigió a mí.

—Me llamo Sol, mi rey.

El sonrió ante mis últimas palabras y sujeto mi mandíbula con fuerza.

—Tu no eres un ángel.

Voltee a ver a Raquel la cual se encontraba muerta de miedo.

Nos descubrieron, no llevo dos horas aquí y moriré.

—Tu eres una Diosa, ¿Qué edad tienes?

—20 años, mi rey.

—Sigueme llamando así y te aseguro que conocerás el cielo conmigo.

Me soltó, mi corazón estaba agitado y aterrado al mismo tiempo.

El rey era un hombre de 40 años aproximadamente, alto, delgado pero musculoso y con una barba corta que dejaba apreciar en ella y en su cabello a penas unas pocas canas plateadas.

Mire a su lado, ocultándose tras el un joven de cabellos negros y ojos miel, algunas pecas resaltaban de sus mejillas, un ángel por naturaleza y también por aspecto, el príncipe.

Cruzamos miradas y su reacción fue fruncir el ceño y voltear a otro lado.

—Bien, todas son aceptadas, Raquel da la habitación roja a Lilith, las demás compartirán la comunal y Sol... Tu espera un momento.

Raquel obedeció al instante y se llevó a todas para instalarlas en su habitación, dejándome ahí en manos de un rey tirano, asesino.

—Sol, hablame de tí.

—¿Qué le gustaría saber, mi rey?.

—Todo.

Entre en pánico, no sabía que decir, solo tenía la certeza de que el más mínimo error me costaría la vida.

—¿Puedo irme a dormir? Padre son las putas cuatro de la mañana.

Raquel regreso en ese momento, vaya que era rápida.

—Raquel, Sol dormirá frente a la habitación de Afkiel.

—No me jodas Aftiel— soltó el joven a su padre.

El Sol Del Edén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora