Solos tu y yo

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-Buenos días.

-Buenos días Afkiel, ya está el desayuno.

-¿Por qué estás cocinando tú?

Voltee a ver el chico un poco molesta.

-Raquel está descansando, mañana es la boda y ella tiene que estar al cien por qué tú padre la necesita.

-Pierdes tu tiempo haciendo tanta comida.

Tenía desde antes del amanecer cocinando para todos en el palacio.

-¿Por qué?

-Todos salieron, es tradición que mi padre y sus damas de compañía salgan un día antes de la boda y regresen tarde.

Mierda, todo mi maldito esfuerzo por nada.

No quiero imaginar que cara puse al escuchar eso, Afkiel se me quedo viendo fijamente y soltó una carcajada.

-Recuerda las tradiciones Sol.

-Las olvide.

Mentira, no tenía idea de que tradiciones existían en el Edén porque yo no soy un ángel.

-Suele pasar, realmente a mi no me interesan esas mierdas- se acerco a la estufa -Pero si me interesa que voy a desayunar el día de hoy.

-Un pay de frutos rojos, huevo, carne...

-¿Y a tí?

-Ese es el postre Afkiel, así que guarda el apetito.

Afkiel se acercó más a mí quedando a centímetros de mí rostro, su mano comenzó a recorrer con lentitud y sutileza mi abdomen subiendo poco a poco hasta mi barbilla.

-Me gusta comer primero el postre- sonrió.

Una sensación de nervios nació en mi cuerpo, por primera vez el y yo estábamos relativamente solos en todo el palacio, sin el monarca o Lilith para interrumpir.

El ángel era alto, pero vi como su estatura disminuyó al doblar las rodillas, mi mirada se clavo en el suya y lo único que pude sentir fue un agarre en mis piernas para así tomar impuso y cargarme, entrelazar mis piernas a su cintura fue la única opción para no caer.

Sentí como caminaba conmigo encima para dejarme con cuidado sobre la mesa del comedor.

-¿No vas a decir nada, Sol?

-¿Debería decir algo?- pregunté nerviosa.

-Si, que me deseas como yo te deseo a tí.

Sus palabras hicieron que mi pecho sintiera un ardor, de ese tipo de ardor que gusta.

-Te deseo- susurré a penas abriendo los labios.

-Yo a tí- Dijo Afkiel abalanzandose sobre mí.

El ruido de los cubiertos que se encontraban en la mesa cayendo al suelo me asustaron un poco.

-Hoy somos solo tu y yo.

El angel comenzó a besarme con desespero, mis dedos jugaban con su cabello y pasaron poco a poco a alzar la camisa del principe.

Pude sentir un ligero relieve al pasar mis manos sobre sus homoplatos, al rozar esa parte de su cuerpo sentí como se estremeció, eso buscaban en mí cuando me revisaron la espalda.

-No dejaré que el te haga su esposa.

-No hay opción Afkiel.

-Me rehusó.

Seguimos en nuestro juego y el calor en el ambiente se sentía más intenso cada vez y pude concluir en que él tenía razón.

Es más rico comer el postre primero.

El Sol Del Edén.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora