CAP. 3. Familia

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Zee•°

De pie tras la caja registradora, paso un sin fin de productos que jamás compraría por la sencilla razón de que me falta dinero. Paso todo por la banda y el láser, me pagan por ellos, les sonrío amablemente pero no dejo de tener mi mente en otro lado.

Solo son setecientos mil Bahts.

Bufo.

Eso es lo que falta para cubrir la deuda.
Necesito un milagro o que alguien por error me de esa cantidad al pagarme. Pero sé que es imposible, lo único que puedo hacer es seguir trabajando hasta las siete de la noche, cerrar caja, hacer recorte y llegar pasada de las ocho a casa.

Por mi cachorro.

Sonrío un poco, es lo que hace que siga adelante y no me rinda, mi familia es lo que me hace levantarme y aguantar a un jefe de mierda al que al final, siempre termina quitándonos dinero porque según él siempre nos falta en la caja.

Maldito ladrón.

¡Mierda!

No puedo creer que yo, un Alfa, esté recibiendo órdenes de un simple Beta. Gruño un poco, la señora a la que le cobro se intimida y rápidamente pido disculpas.

Por Kamel y Gulf. ¡Aguanta!

-- ¡No fue su culpa Mew! -- le gruñía, cuando lo tenía contra la pared, él quería matarme lo sabía

-- ¡Gulf era mi Omega!

-- Lo siento. -- dije lo más real que podía.

-- ¡MALDITO TRAIDOR! -- me empujó

Pero lo tomé de nuevo, antes de que clavara sus garras en mi, logré detenerlo mientras a lo lejos se escuchaba a Gulf sollozar.

-- Nunca pensé que nuestro celo sería al mismo tiempo... -- le miré a los ojos -- perdón...

Me golpeó.

Hago una mueca, como si estuviera reviviendo aquel dolor, sigo pasando por el láser el código de barras de ese Shampoo olor a coco. Por mi familia. Me repito mil veces para tomarlo como motivación y no salir corriendo, también para no gruñirle a ese idiota de mi jefe y para no rendirme y dormirme en cuanto llegue a casa porque prometí jugar con Kamel.

Saint también me golpeó cuando se enteró...

"No quiero volver a saber de ti nunca"

Y así ha sido...

∞∞∞

Conduzco a toda prisa, mirando autos pasar, volteo de reojo y cuido el panqué de zanahoria que llevo a casa. Está a mi lado, en el asiento, cuido firmemente que no se me vaya a caer porque se que al pequeño niño que me dice papi, le encanta.

Estoy cansado.
Me duelen las piernas y solo quiero llegar a dormir, pero se que Kamel estará despierto, tal vez cenando, o tal vez tomando una ducha para ponerse la pijama.

8:30pm, veo en mi reloj.

O tal vez ya debe de estar dormido.
Gulf es muy estricto con sus horarios, así que doy vuelta en la siguiente calle, entro al vecindario, pero cuando estoy por llegar a casa, me percato que en aquella casa de enfrente un auto blanco está estacionado, con las luces encendidas parece que acaba de llegar. Bajo la velocidad, mirando atento como la puerta se abre y se perfectamente quien baja de ahí.

Saint.

Con su cabello castaño, luce arrogante y se queda de pie, se detiene. Se que me ha sentido. Se mira tan diferente que no parece él mismo. Voltea a su lado, discretamente, pero al no ver nada aún así decide quedarse ahí. Yo subo por el camino a la cochera, me estaciono y suspiro fuertemente, pegando mi frente al volante, mi lobo aulla pero le callo al instante.

«No Podrás»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora