«No Podrás»

CAP. 12. Fingir.

Mew•°

Gulf.

Mi mente me repite su nombre una y otra vez, mi lobo aulla al saber que está detrás de esa puerta que nos separa y muerdo mi labio. Se que está ahí. Puedo sentir como me necesita y además logro escuchar sus discretos gemidos. Tan jodidamente excitante que estoy a nada de tirar la puerta.

No puedo resistir más. Llevo toda la mañana sentado en mi habitación, haciendo muchas respiraciones para poder calmarme pero creo que hacerlo mío es la solución. Mí respiración se agita, de tan solo imaginarlo debajo de mi me pone aún más delirante. Ya me imagino escuchando sus gritos, oliendo su aroma a máximo nivel y verle por completo me pone a sudar.

Siempre quise hacerlo.
Tenerlo para mí, anudarlo miles de veces y morder sus largas piernas. Pero no, yo quería hacer algo más formal, algo lindo, así como él y prometí no tomarlo hasta el día que fuera mío. "Podía darle las estrellas cuando él quería". Así como papá me decía que se debía tratar a tu Omega, a mi destinado. Tonto. Debí cogermelo antes y las veces que lo deseaba.

No se hubiera arrepentido...

Empujé la puerta, comencé a golpearla y a lo lejos podía escuchar los gritos de mamá para detenerme. No quiero. Es más, no me interesa, solo tengo un objetivo ahora mismo y tiene las piernas mojadas lo puedo apostar. Sus regordetas piernas mordisqueables.

Gruñí.

-- No...

Escuché tras la puerta y me detuve, los golpes a esa puerta que casi derribo los paré. Y es que le escuché, con la voz cortada pero firme.

-- Abreme. -- cerré los ojos -- te ayudaré...

Dije calmado pero tomé la perilla.

>> Gulf...

Hubo un silencio, moví la perilla, y de un momento a otro la sombra de alguien me hizo voltear. Porque del lado del pasillo de esa casa que da hacía atrás, Saint iba casi corriendo y cargando a un niño que yo conocí.

¿Cuando logró pasar por aquí?

Pero no me importó. Porque antes de interesarme en responder esa pregunta ya estaba corriendo, entrando por ese pasillo, llegando a la puerta que da a la cocina y estaba abierta. Entré a esa casa, lo primero que me recibió fue el aroma inundante a Jengibre con Naranja y suspiré.

Cerré la puerta tras de mi, caminé lentamente hasta él Omega que estaba en un nido sentado, queriéndose quitar la playera, rápidamente tomé su mano y juro por toda mi puta vida que verlo así por primera vez me hacía sentir en la jodida gloria.

Tenía unos ojos hermosos. Eran grises y resaltaban sus facciones curveadas, tenia los labios mordidos, sus piernas abiertas, y se mojaba los labios.

-- ¿Puedo entrar? -- le miré de arriba a abajo.

No me respondió, solo se acercó a mi y yo no pude más, tomé esos labios, le besé tan apasionadamente que gemimos ante el contacto. Su saliva se combinaba con la mía, estaba tan tibia que mis labios y mi cuerpo recordaron lo completo que se sentía tenerlo a mi lado. Mis manos bajaron por instinto, apretaron su lindo trasero sobre sus pantalones y era justo como me lo imaginé, tan firme y mojado que lo acerqué más a mí para que sintiera mi entrepierna. Lo que me hacía sentir.

-- Mew..~

Jadeó y le vi.
Mis manos fueron hasta el botón de su pantalón, se lo desabroché rápidamente, le llevé hacia atrás, desesperado sin dejar de besarlo pegué su espalda sobre estos sillones, olía tanto a él que abrí sus piernas y le quité esos pantalones en una tirada, luego su playera, aventando todo, no dejaba de besarle y sentir sus dedos clavados en mis hombros.