CAP. 8. ¡KAMEL!

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Mew•°

Con mil cosas en la mente, enrollos, y sin nada para desayunar salgo de casa. No quise tomar nada, ni siquiera uno de esos deliciosos panqués de mamá me permití tomar, estoy molesto, molesto con ella porque prefiere a ese niño tan.. tan odioso en vez de a nosotros. No entiendo que es lo que tanto le quiere, según ella, me ha dicho que volvieron hace un par de meses y ¿Ya lo quiere? ¡¿En dos meses?! Qué no me joda.

Aunque no solo es eso, porque ahora resulta que mi hermano, mi propio hermano al cuál lo vi llorar día y noche hace unos años por aquél idiota. Ahora quiere ver a su descendencia manchada. Qué lo quiere ver por aquí, en casa, llenando con el olor impregnado de aquellos dos tipos por toda nuestra casa.

¡Deben de estár locos!

Es eso.

Solo pasé por la cocina, tomé un vaso de agua, ella y Saint desayunaban y mamá me invitó a comer junto con ellos, solo les miré firme cuando acabé con mi agua y dejé el vaso en la barra, después salí molesto de ahí. Aunque cuando llegaba a la puerta el idiota de Saint me aventó con un panqué y me dió en la espalda.

"¡Amargado!"

Escuché de su boca pero le ignoré.

Así que mejor ahora subo al auto, cierro la puerta fuertemente, suspiro cansado y al frente, me doy cuenta que la calle está tranquila, casi no pasan autos y pego mi frente al volante. Estoy tan cansado por todo que quisiera irme para no volver nunca. Pero me levanto de ahí, pego las llaves por la abertura, aunque luego mi cabeza voltea a mi izquierda. Unos gritos hacen que preste toda la atención posible y me enfoco en aquellas palabras.

-- ¡Kamel!

Entrecerré los ojos, ¡No lo podía creer! porque el destino se me ha puesto en contra, apenas son las siete de la mañana y ya voy a comenzar mal. Mirándolo a él. Jugando con su cachorro. Él corría, por la cera miraba de un lado a otro y mi lobo aulló, podía observar lentamente como su cabello se sacudía por su frente al correr, tenía las ventanas del auto cerradas pero me podía imaginar su olor tan cerca de mi que negué.

-- ¡KAMEL!

Gritó más fuerte y bajé del auto. Sin siquiera saber que era lo que hacía bajé de el, miré de un lado a otro y pude darme cuenta que Gulf no jugaba con su maldito mocoso, sino que más bien lo estaba buscando. Abrí los ojos, mirando a mi alrededor para buscar a ese crío pero no había nadie. Volteé a mi derecha, totalmente desesperado por ver a ese castaño angustiado y llorando que crucé la calle a toda prisa.

-- ¡Gulf! -- él me volteó a ver -- ¡¿Qué pasa?!

-- ¡Kamel, Mew! ¡No lo encuentro! -- lloraba -- ¡Ayúdame por favor!

-- ¡¿Pero que pasó?! -- le vi -- ¿Te lo han quitado?

-- No, no.. -- sollozaba -- ¡Zee se fue y creo que dejó la puerta abierta o no se! ¡No sé! ¡Ayúdame!

Asentí.

Corrí junto a él, tomando su mano y corrimos por la cera, buscando y mirando de un lado a otro pero ese niño no daba señales de estár por aquí. Casi llegamos al final de la cuadra, y al llegar a esa esquina con un alto como señal, le volteé a ver, Gulf lloraba pero aún así miraba desesperado a su alrededor.

-- Kamel... -- decía bajito.

-- Debe de estár por aquí. -- dije tranquilo -- Nunca nadie se ha perdido, debe de estár con algún perro o gato.

Me miró.
Sus ojos se enfocaron con los míos y juro que quería llorar al ver la tristeza en sus ojos.

-- Si.. -- asintió no muy convencido -- mejor... Mejor me regreso y tu vas por aquí, ¿Sí?

«No Podrás»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora