«No Podrás»

CAP. 2. Recuerdo

Mew•°

Grito al cielo.

Un gran gruñido hace que un par de autos que van pasando por la calle se detengan y vean a través de su ventana. Les veo casi amenazante o si no es que más, y luego el rechinar de sus llantas hace que entre a casa mucho más que molesto.

Mamá no está.

Pero huele a miedo.

Camino a pasos firmes, aventando todo a mi paso, la mesa de centro de la sala se escucha quebrar al llegar al suelo, piso los vidrios, estos crujen al ser pisados por la suela de mi zapato y me dirijo a las escaleras, dispuesto a subir, a tener una buena explicación pero a pasos firmes, después se vuelven lentos. Haciendo que me pese cada movimiento y al final caiga en los escalones, llevando mis manos a mi rostro, me siento sobre el borde, y como agua en río mis ojos se abren, resbalando lágrimas saladas que se deslizan por mis mejillas y se pierden en mi cuello.

¡Jodido!

Mi mente me dice. Mi lobo me aulla.

Se supone que debí tomarlo del cuello y hacerle pedirme perdón de rodillas. Pero en vez de eso lo dejé ir, a ese hijo de puta lo dejé ir, a mí casi hermano. Le di la última oportunidad. La última.

Y que decir de aquellos ojos miel que me veían con súplica, no pude decirle no a esos ojos de cachorro. Esos, a los que mi estúpido Alfa comenzó a aullarles y a moverse como loco. ¡Muerdelo y llévatelo!. Me aturdía en cada paso que solo quería que toda esa familia de mierda se fuera antes de que el que terminara pidiendo perdón, fuera yo.

Maldito mocoso.

Es la cereza del pastel y juro que ese niño, va a ser la debilidad de esos dos.

Zee es un pobre diablo.
Un bueno para nada que si no hubiera sido por mi, ni siquiera hubiera terminado la preparatoria. Es tan idiota que quítarle todo va a ser tan fácil como ahora me levanto, limpiandome las lágrimas, y caminando hasta el espejo que me muestra lo debil que soy. Pero no más, pensé que ya había llorado lo suficiente pero tal parece que aún quedaban pequeños restos que al fin salieron.

Porque así va a ser. Así será y juro que me la van a pagar.

Ese par de traicioneros, me van a rogar por su cachorro de mierda.

-- ¡Vuelvo en la noche y quiero una explicación!

Digo con el tono de voz suficiente para que mamá me escuche, tomo las llaves del auto que traigo en la bolsa de mi pantalón, y sin siquiera tomar nada, salgo de casa para así subir al auto, encenderlo, y ver por el retrovisor, enfocandome en aquella casa que tiene las cortinas marrón cerradas, pero que se mueven un poco, como si alguien quisiese ver por las orillas.

-- Te pareces a tu papá mugroso... -- medio sonrío al ver la mitad de ese pequeño cuerpo -- al menos conservaste la promesa de llamarlo Kamel, Gulf... Eso no se te olvidó...

∞ ∞ ∞

-- Bienvenido señor Supp...

Aviento la puerta.
Entro a la oficina a toda prisa y me niego a ver todas las carpetas que esa niña traía consigo en sus manos, no estoy de humor, ni de ganas, no quiero saber su nombre y es más, ¡a la mierda si esta no es mi oficina y me equivoqué!. Me siento en la silla negra, observando a lo lejos como la puerta se abre sin siquiera avisarme y cierro los ojos.

Tres años solo con verlo tras un teléfono, y no dudaría en abrazarlo sino fuera porque estoy tan cabreado y él no lo sabe, no me huele. No ha cambiado nada, sigue igual, y lo seguiré mirando porque nos graduamos al mismo tiempo, de la misma escuela y del mismo salón de clases, juraría que se ve más joven.