CAP. 16. Libre.

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Zee•°

Con un suspiro que sale de mis labios, veo los barandales que tengo frente a mi, negros, de hierro puro para evitar problemas y no puedo dejar de pensar que yo los tengo por igual. No quepo en esta pequeña banca en la cuál estoy sentado porque me hace sentir encerrado, desesperado por todo lo que pasa, por no tener ese dinero y por no saber que va a ser de mi. Todos se fueron, aquí se habían quedado todo él día buscando una sola solución la cuál creo que no la hay. Si tan solo me dijeran que puedo ver a Kamel me sentiría mucho mejor.

Abrazarlo, cargarlo, jugar con él o decirle que lo quiero mucho es algo que tal vez no vuelva a decirle hasta que tenga edad para entrar a esos lugares.

Estoy tan jodido.

Que aquella comida que me han traído se ve igual o peor que yo. Me pongo de pie, la pateo y toda aquella comida que ignoro lo que sea se esparse por el suelo.

-- ¿Hacer huelga de hambre es tu solución?

Escucho la voz de Saint y volteó por instinto, mirándolo en la puerta, con los brazos cruzados, niega.

-- ¿Qué no te fuiste con ellos?

-- Pues mirame devuelta...

-- Ya es tarde Saint. Son más de las diez. -- me acerqué a las rejas -- vete a casa.

-- Prefiero quedarme aquí.

-- Mew me va a hacer pelea. Mejor vete.

-- Mi hermano a veces es un idiota.

-- ¿A veces? -- negué

-- Zee .. -- se acerca a mi, deteniéndose en la barrera que nos separa le veo a los ojos. -- Vamos a conseguir ese dinero. Yo tengo algo en mi cuenta, Mew también en la suya y estoy seguro que Mamá y Mild también querrán ayudar...

-- No la quiero.

-- ¿Prefieres quedarte aquí?

Me quedé en silencio, no quería decir la verdad porque no quiero deberle nada a nadie. Menos a él.

>> Kamel pregunta mucho por ti. -- afirma -- ¿Ni por él? ¿No es como tú hijo?

-- Es mi hijo. -- Asentí.

-- Lo sé ... -- sonrió -- pero ¿Ni por él quieres esa ayuda? Es estúpido ese orgullo.

-- No quiero deberle nada a nadie. Menos a Mew.

-- Eres muy terco.

Me sonrió, dejándome mirarle esos hoyuelos en sus cachetes inflados medio sonreí. Pasé mi mano por entre las rejas, sentí un poco de envidia por no poder pasar completamente pero acaricié su mejilla. Podía olerle, era tan fuerte a Almendras que suspiré.

-- ¿Avergonzado? -- me burlé.

-- No tanto como tú.

Me miró burlón de igual forma y no me había dado cuenta que tenía razón, mi olor estaba por todo el lugar combinandose con el suyo. No me iba a rendir tan fácil. Aunque aún así seguía tomando su mejilla colorada, pegó su rostro en las frías rejas, uniendo mi nariz con la suya, mi lobo brincaba de emoción al sentirlo.

-- Tal vez me quede Saint... -- le dije bajito -- tu sigue con tu vida así como hasta ahora, piensa que soy de lo peor como antes.

-- ¿Y no? -- negó con los ojos cerrados -- eres muy egoísta Zee.

-- Ve y busca a esa persona.

-- ¿Y si no quiero? -- bajan lágrimas de sus ojos

-- Lo querrás...

«No Podrás»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora