Esa noche, Marinette ejecutó un plan brillante. Convenció a Félix que era muy tarde para irse, que seguía lloviendo, y que, si salía, el violín se mojaría otra vez, a pesar de cubrirlo. Justo cuando Félix iba a decir que podía llamar un taxi, Marinette agregó:
- No te preocupes por el espacio, puedes dormir en mi cama. - y le sonrió muy dulcemente.
- ¿ Contigo?- dijo Félix, entre sarcástico y coqueto.
Sí, esa noche Marinette ejecutó un plan brillante.
Como en el pasado, era un plan elaborado, extraño, pero al final, efectivo. Ella se río muy suavito y contestó lo más tiernamente posible.
- No, claro que no. Yo debo hacer unas cosas, y me quedaré hasta tarde trabajando en el salón. Dormiré aquí en el sofá.-
Cuando terminó la explicación, le regaló una sonrisita tierna de niña buena, puso un mechón de su pelo negro y liso detrás de una oreja y se balanceó hacia un costado.
Félix concluyó que era una chica muy guapa y algo, bastante, extraña.
Ante la aceptación que esa mujer era hermosa y linda, él que se sonrojó, fue él. Sin quererlo realmente, casi como un reflejo, movió la cabeza de arriba a abajo y de vuelta, una y otra vez. Punto para Marinette.
Así que después de tomar el té con macarons, agradecerle las atenciones, recolocar el tapón nasal y coger una bolsa de hielo, se despidió de esa mujer y se adentró en la habitación de Marinette Dupain-Cheng.
Si alguien le hubiera dicho que luego él entraría por esa puerta 54 213 veces hasta el día de su boda, simplemente no se lo hubiera creído.
Era una cama sencilla, algo pequeña, cubierta con una colcha hecha de retazos de estampados, flores y bordados. Aunque parecía sobrecargado, visto de lejos le daba un aspecto vintage, además, con los cojines a juego y la mesilla victoriana, todo era bastante clásico y acogedor.
Con sus dedos, recorrió lentamente el borde de la cama. La colcha parecía hecha a mano. El aroma que desprendía la cama era dulce y limpio. Se sentía que entraba en un tabernáculo, en un sitio sagrado.
Con un vistazo rápido, pudo observar que en una esquina habían perchas, una máquina de coser, bastidores, un maniquí y un espejo de cuerpo entero con marco de madera labrada.
- Es bellísimo- susurró.
Nunca había estado en la habitación de una chica antes. No tenia primas, ni amigas, y lo que había tenido con algunas mujeres nunca había sucedido en las habitaciones de éstas. Estaba deslumbrado. Todo ordenado, todo muy bien puesto. Por un momento, se sintió llegar al recibidor de su mansión, Graham Estate, como cada vez que llegaba luego de sus viajes; le recordó al chocolate caliente que le hacía Miss Jones los domingos, le recordó la chimenea en su apartamento en pleno invierno.
Entrar en esa habitación, para él, le supo a hogar.
Se sonrojó otra vez, y esa sensación cálida en su pecho volvió a aparecer. Ahí confirmó que ese calorcillo definitivamente no era fiebre.
Decidió no pensar más en esos sentimientos y emociones. Se sentó en el borde la cama, el colchón se hundió bajó su peso. Abrió la colcha, las sábanas y se tumbó mirando el techo.
Por la ventana, la lluvia caía con fiereza y se oían truenos. Trató de no pensar en que a pesar de sentirse bien, aquella no era su cama y su dueña dormiría en un sofá pequeñito en la sala contigua.
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Desde Londres, con amor---MLB---Felinette
RomanceMarinette se muda a Londres por razones personales. Mientras tanto, Félix ha vivido una vida, un poco alborotada. Depresión, soledad, frustración. Y un encuentro inesperado. Pero el amor es así, ¿no? ...Marinette, por lo tanto, deberá tomar decision...