Capítulo XV: Preludio

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CAPITULO XV

PRELUDIO

Luka la amaba profundamente, la amaba como se ama al chocolate, dulce y amargo, negro y blanco, con trocitos de sal o chispas de caramelo, mezclado con leche o con café, acompañado de pastas dulces o galletas saladas. La amaba en todas sus tonalidades y todas sus formas. Nadie nunca podría dudar que él amaba a Marinette Dupain-Cheng.

Él fue testigo de cómo la vida de Marinette se fue apagando, pero no sólo por un amor imposible, sino también por otros acontecimientos. Porque Luka lo sabía, él sabía quién era ella, y qué era lo que tenía que hacer. Pero no podía decírselo, si lo hacía, ella lo alejaría irremediablemente, no entendía porqué pero intuía como buena serpiente que era, que Marinette debía vivir en el anonimato.

Así que, un buen día, años después de la desaparición de Lepidóptero y que sus días de héroe hubieron terminado, un buen día ya no pudo más. No pudo soportar, cada vez que volvía de gira, el encontrarla triste pero aferrada a una esperanza sosa, aferrada a una llamada suya, a una palabra suya, esperanzada a que Kagami Tsurugi se diera vuelta para ella ponerse enfrente. No, no pudo, nunca más.

Es por eso que se la llevó a New York, lejos de él. Lejos de una relación tóxica a tres bandas, lejos de ese triángulo amoroso, lleno de indecisión, amor, deslealtad, escarceos y dolor, mucho dolor.

- Creo que es suficiente, Marinette. Si Alya no te ha dicho nada, o Nino no se atreve, te lo tendré que decir yo. Esto no puede seguir así. Debes olvidarte de él. No es normal, no es saludable. No es tu aspecto el que me preocupa, de hecho, te ves bien, muy guay y todo. Lo que me preocupa es tu actitud. No eres tú.-

Y no era ella, tampoco ella se reconocía al verse por las mañanas en el espejo. No había sido ella en años. Comprendió, gracias a él, que debía poner fin a esa historia por el bien de todos.

En un solo día, ella se deshizo de su baúl donde guardaba todos sus regalos, tiró las fotos que aún guardaba en una caja, y destrozó con unas tijeras el amuleto de la suerte que él le regaló cuando aún era una niña

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En un solo día, ella se deshizo de su baúl donde guardaba todos sus regalos, tiró las fotos que aún guardaba en una caja, y destrozó con unas tijeras el amuleto de la suerte que él le regaló cuando aún era una niña. Cogió el cortapelos de Luka y en dos minutos, casi una mitad lateral de su cabellera quedó cortada al ras, acomodó lo que quedaba de su pelo hacia un lado, luego fue a su caja de prodigios, sacó el septum del buey, colocándoselo en la nariz. En un último arranque de valentía, hizo sus maletas, y partió a New York bajo la tutela de Audrey Bourgeois y directo a la cama de Luka Couffaine.

Pero no se puede arrancar a una persona del corazón en un día, ni siquiera queriendo, ni cambiando por fuera. Y ella, siguió, enferma de amor, unos cuantos años más.

Por eso le sorprendía esta nueva Marinette, rebosante de felicidad, alegría, energía y carisma que tenía enfrente suyo. Volvió a recordarle a la Marinette de la que se enamoró cuando aún eran niños y que él sabía que aún existía en el fondo de su alma.

Desde Londres, con amor---MLB---FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora