Capítulo XIV: Luka Couffaine

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-¿Salvarlos de ese monstruo? ¡Jamás podremos hacerlo!. Sólo somos dos humanos más, que serán destruidos cuando el monstruo chasquee los dedos. Pero ¿Y Felix?, ¿qué será de el? ¿y su mujer? ¿quién es? ¿quién es ella?.-

Bridgette Tang mágicamente estaba detrás de la pareja y en un acto desesperado, cogió a la novia del hombro para darle vuelta y verle la cara. Pero al verla, no supo distinguir ni un detalle de su rostro, como si estuviera pixeleada. -¿Esto es cierto? No puede ser cierto-. Otro inmenso destello cayó sobre ellos tres, y ella se sintió desfallecer, desprenderse del cuerpo y de su alma, la cual flotó lejos, mientras que su carne explotaba como fuegos artificiales.

Ella abrió los ojos nuevamente, esta vez sólo era una verdadera pesadilla y no una convulsión. Vio al lado suyo, sobre la mesilla, su bolso de todos los días, que contenía sus "vitaminas" y sacó de dentro un cuaderno de dibujo, con un bolígrafo. Antes que pudiera olvidarse, se dedicó a recrear en su mente una y otra vez los hechos, y dibujó haciendo esquemas de las personas, la disposición de las mesas, el pasillo por el que corrían los novios. Y recordó el rostro de la única persona que había logrado ver, lo dibujó conservando cada una de sus características, la nariz, las cejas, el color de ojos, las mechas, los labios, las orejas y el traje. Nuevamente, sintió que ya lo había visto antes en algún momento. Pero no supo decir quién era.

Cerró abruptamente su cuaderno de dibujo, al ver que alguien entraba por la puerta.

Félix, Félix.

Tenía una sonrisa hermosa, como si se la hubieran pintado los ángeles. Sus pestañas refulgían con la luz del atardecer que entraba por su ventana. Él se acercó a ella, le dio un beso en la frente y se sentó al lado de su cama. Llevaba una rosa roja, en un jarroncito que ella tenía en su escritorio.

 Llevaba una rosa roja, en un jarroncito que ella tenía en su escritorio

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- ¿La última flor?- le preguntó Brid.

- Sí, ya no hay más. El verano ha asfixiado a mis plantitas, tendré que replantar luego, otra vez.- Se acercó a ella, le dio un beso en la frente y se sentó a su lado.

- Pensé que iba a ser para Marinette.- Aunque cada vez que pronunciaba su nombre, ella sentía como estacas que le agujereaban el pecho. Bridgette se vio obligada a preguntar por lo obvio, porque esa rosa no iba a ser para ella.

- Bridgette, olvida eso, cuéntame como has estado.- pidió él.

Durante unos minutos, ella le pudo contar que nuevamente habían iniciado una ronda de chequeos, resonancias, análisis de sangre, el electroencefalograma, una larga lista de pruebas interminables que se estarían programando a lo largo de la semana. Y mientras tanto, debía seguir ingresada, sin estrés ni preocupaciones.

- ¿Qué ha pasado Félix?, la rosa, ¿por qué aún la tienes contigo?, ¿no te abrió la puerta?- le preguntó, insistiendo nuevamente, rogando en su interior estar en lo cierto, en que ella lo hubiera rechazado. Suplicando al destino que finalmente Félix dejara ese cortejo largo y complicado con una persona que bien podía ser la novia de su premonición. Déjala Félix, déjala...por favor.

Desde Londres, con amor---MLB---FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora