Capítulo IX: Waitress

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- ... Y entonces Mr. Smith me dijo que estaba en perfectas condiciones, que no era necesario molestarlo un sábado por la mañana. ¡Deberías haber visto la cara de Brid, por fin le gané una batalla!- exclamó Félix, muy resuelto.

Marinette sonreía permanentemente. La conversación con Félix era ligera y divertida. Lo veía bastante centrado, confidente, como si se hubieran conocido de toda una vida.

- Hablas mucho de Bridgette Tang, ¿Estás seguro que es sólo tu asistente?- preguntó Marinette, una vez llegaron al parking cercano al teatro.

- Lo es, sin duda es la mejor. La conocerás pronto, supongo, bueno, si quieres. - Felix dudó si seguir hablando de una tercera persona distinta a ellos. Al final, comprendió que quizá Bridgette fuese una aliada en su odisea, así que continuó.

- La contrató mi padre, unos meses antes de morir. Se encargó de su funeral, y de las empresas, al menos hasta que mi madre tomó las riendas. Cuando pude hacerlo yo, empezó a asistirme a mí. Sin embargo, su vida personal es un enigma para mí y es mejor así, bastante daño le hago absorbiendo todo su tiempo.- Lo dijo un poco más serio, pero aún con rastros de la sonrisa previa.

Bajaron de su Mercedes descapotable, el de paseo, y caminaron despacio hacia el Adelphi .

- No sabía que iríamos a ver un musical. Nunca he estado en uno. Aunque sí he ido a conciertos.- apuntó Marinette.

- Claro, claro. ¿De música clásica? .- Inquirió Félix, curioso.

- No, la verdad que no. De rock. Tu concierto fue el primero de música clásica al que asistí.- Confesó, un poco avergonzada.

Félix le volvió a sonreír, muy dulcemente. Por su mente, le pasó la idea que era eso lo normal. Asistir a conciertos de rock en vez de clásicos. Siempre supo que era un niño rarito, de los callados, de los que les gustaba leer libros en lugar de hacer amigos. De los que les gustaba vestir correcto y formal antes que desarreglarse por jugar al fútbol. De los que preferían quedarse con sus madres antes que salir con los amigos.

No es que no supiera divertirse. De hecho, las artes marciales, el rugby y la equitación eran sus deportes favoritos. Eso y el ilusionismo. Lo cual lo llevaba a la siguiente parte del plan.

- ¡Oh Marinette, debemos volver, me olvidé algo importante!. Lo dejé en el maletero.- Recordó falsamente.

Cuando volvieron, Marinette observó que sacó un inmenso ramo de flores, muy pomposo, de muchos tipos y colores. Estaba asombrada. Él se giró con el ramo, cerró el coche y pudo observar lo ruborizada que estaba ella.

Él se acercó muy lentamente y se detuvo cerca, muy cerca. Tan cerca que pudo oler su aroma, y descubrió que ella tenía pequeñas manchas imperceptibles sobre la piel de su nariz. El reflejo de la luz sobre sus ojos azules producía un juego de sombras que lo encandilaban. Quiso perderse en su adoración a ella, pero debía seguir ejecutando su plan, tenia que seguir. Roma no se construyó en una día, había trabajo que hacer.

- Mademoiselle Dupain-Cheng, podría hacerme el favor de...- atacó con una voz muy suave y dulce, como la miel.

Marinette tembló levemente, sus dedos emprendieron un tic brutal e intentó no abrir tanto los ojos. ¿Flores? ¿Ahora? ¿Tan pronto?. Un mundo de pensamientos arrolló su mente en una noche de primavera, su corazón latió más deprisa, un latido se desacompasó.

-...de ayudarme a llevar este ramo de flores al teatro, es para la directora que estará hoy, es muy amiga de mi madre- remató él.

de ayudarme a llevar este ramo de flores al teatro, es para la directora que estará hoy, es muy amiga de mi madre- remató él

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Desde Londres, con amor---MLB---FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora