Capítulo VII: Bridgette

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Fue ella quien lo despertó, meneándolo por los hombros. 

Era sábado y se suponía que nadie trabajaba, pero al no saber su horario, decidió despertarlo a una hora buena, como a las 8. Le tenía preparado el desayuno, su ropa limpia, el violín y unas palabras de despedida.

- Félix, Félix, es hora de levantarse.- 

En realidad, se lo canturreó bajito, para no asustarlo. No sabía que tan sedantes podían ser las infusiones que Fu le había enseñado. A pesar que Marinette fuera resistente a su efecto, rogó que Félix hubiera dormido reparadoramente.

Sobre la mesilla de noche, el móvil de él vibró sin sonido. Marinette se incorporó un poco para ver el nombre de la llamada entrante. "Bridgette Tang", la llamada se cortó pero al siguiente segundo, otra vez volvió a vibrar.

Era la misma mujer.

Se debatió entre coger el teléfono y contestar o despertarlo a garrotazos y hacerlo contestar. Optó por la primera, se moría de la curiosidad.

- ¡Graham, donde demonios está!, estoy intentando contactarme con usted toda la noche. Vuestra madre está preocupadísima, ¿acaso se olvidó que debía cenar con ella?. ¿Y el violín? Ayer diluvió, y pensé que quizá necesitaba transporte. No se llevó el coche, no hizo salir al chófer. ¡No puede salir con el Schorn sin el coche!¡Ya lo habíamos hablado!...-

Marinette abrió la boca intentando hablar o contestar, pero estaba recibiendo demasiada información. ¿Quién era esta mujer? ¿su novia? y si era eso, ella, Marinette, la Guardiana de los Prodigios, estaba en problemas, en muchísimos problemas, en infinitos problemas. 

Colgó abruptamente, y meneó de manera desesperada al pobre chico.

- ¡Despierta! ¡Despierta! ¡esto es grave!.- Al no obtener respuesta, le apretó una mejilla con uno de sus dedo. - ¡Vamos, Félix!, maldito té, maldita lluvia, maldito violín y ...-

- ¡Hey! Deja de hacerme daño, mujer- Félix frotó sus mejillas, había sido muy doloroso el apretón.

En tres segundos, Marinette se ponía de pie, abría y cerraba los brazos, daba vueltas sobre sí misma e intentaba hablar sin tartamudear. 

Recordó que aún tenía el móvil de él en la mano, así que se lo lanzó, mientras balbuceaba: "una mujer...llamó...qué dónde estabas...y el violín...y la lluvia". 

Félix se sentó en la cama y miró al móvil, luego a Marinette, luego al móvil y otra vez a Marinette. Parpadeó lentamente, apretó la mirada, bostezó, miró a la izquierda y a la derecha. Y entonces, recordó todo. 

Su cara somnolienta se trasformó en una cara de preocupación y angustia. Cogió su móvil, lo desbloqueó con los iris y dijo: "Hey Bixby, llamar a Tang".

En el siguiente segundo, Marinette presenció la conversación más íntima que había escuchado de él.

- Silencio Tang, hablaré primero. He visto tus doscientas veintiún llamadas perdidas, así que lo diré despacio y sin prisas. Estoy en mi apartamento, volví apenas terminó el concierto; el cual, si te interesa saberlo, me fue bien, muy bien. He cenado y he desayunado comida sana y balanceada, no he bebido alcohol, y no he estado bajo la lluvia de ninguna forma. El violín está a salvo, por si también preguntas por él. Ahora que ya sabes que sigo vivo, puedes hablar. -

Félix se calló, mientras salía de la cama, hizo a un lado las sábanas y la colcha y se puso de pie. Marinette lo observó fijamente, absorta. La luz del sol hacía brillar su pelo de una manera aún más arrebatadora, sus pestañas traslucían y enmarcaban su mirada verde chispeante que le había parecido única en el mundo. 

Desde Londres, con amor---MLB---FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora