Capítulo III: Invierno

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Los últimos acordes de Otoño sonaban bellísimos. Félix no pudo sino sorprenderse por la calidad de interpretación de sus compañeros. Todos eran aficionados o amateurs, como él. Pero sí que se habían esforzado preparando el concierto.

Los aplausos del auditorio empezaron a escucharse y supo que ya debía dejar su asiento en la primera linea de violines para tomar el lugar central. Su compañero lo vio llegar y le hizo una pequeña reverencia antes de irse. Invierno debería ser el broche triunfal de una ejecución fenomenal.

Al final, se había quitado la chaqueta del traje y ahora en mangas de camisa subidas hasta el codo, se posicionó con el violín en el hombro izquierdo, en la mano derecha el arco y en su mente, la partitura. Saludó al pianista acompañante y barrió con la mirada al resto de violines. Asintió a ellos y empezaron.

Los primeros acordes del allegro non molto, la primera de las tres partes de Invierno, predisponen al violinista a destacar con el ritmo impuesto

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Los primeros acordes del allegro non molto, la primera de las tres partes de Invierno, predisponen al violinista a destacar con el ritmo impuesto. "Hay que dejarse llevar en el allegro non molto, el primer allegro, tu arco debe acechar a la cuerdas con fuerza, pero a la vez, ser ligero de muñeca" le decía su padre cuando era niño. Los violines secundarios, los chelos y los violonchelos empezaron a tocar los primeros acordes, ya se acercaba su turno. Aún tenía los ojos abiertos porque debía coordinar con las demás cuerdas la entrada a sus notas. Rápidamente, unos segundos después, Félix se metía en los acordes más difíciles de esta primera parte. Los demás acompañantes callaron, y dejaron que sólo se oyera su barroco Schorn en todo el auditorio. Nuevamente entraron las demás cuerdas y así un par de veces, hasta que llegó la representación de la ventisca invernal. Su Schorn, el chelo y el pianista, ellos tres, rompían la calma y la alegría para mostrar lo cruel que puede ser el invierno. Luego tocó el turno de representar el castañeo de dientes, y su arco lanzó movimientos cortos y precisos sobre las cuerdas de su violín. Flexiono sus rodillas muy suavemente para equilibrarse y controlar mejor su brazo derecho. Otra vez, los demás instrumentos de cuerda le acompañaron sólo al último para dar una mayor intensidad.

 Otra vez, los demás instrumentos de cuerda le acompañaron sólo al último para dar una mayor intensidad

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Ya llegaba al clímax del allegro non molto. Los muchos acordes se apretaban en la partitura que tenía memorizada en su cabeza. Por un momento, su espíritu viajó en el tiempo, trasladándose al invierno en los Alpes, a Chamonix, donde iban por Año Nuevo. La música le sabía ahora a borrasca y tempestad, a nevada densa, mientras su cuerpo se remecía hacia delante y atrás ante cada ataque del arco; su cabeza también se meneaba al ritmo. Sus dedos volaban sobre las cuerdas a una velocidad vertiginosa. Cerró los ojos, no había necesidad de ver dónde ponía los dedos, ellos ya sabían adónde ir. Se perdió entonces, en la música que él producía.

Desde Londres, con amor---MLB---FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora