Capítulo XXI: Chopin

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ADVERTENCIAS: LEMON. MAY 18.

Letras en cursiva: pensamientos.


Una suave melodía la despertó, el sol entraba tímidamente por su ventana ya cerrada y con las cortinas ligeramente descorridas

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Una suave melodía la despertó, el sol entraba tímidamente por su ventana ya cerrada y con las cortinas ligeramente descorridas. Al abrir los ojos, inmediatamente lo buscó. Pero no estaba a su lado. Él estaba donde estaba el violín, enfrente a su espejo de cuerpo entero.

La melodía que tocaba la había escuchado antes, en algún momento de su vida, suave y tierna. Aún tumbada, volvió a cerrar los ojos para dejarse llevar por la canción. Duró muy poco, pero él la empezó de nuevo, tocándola incluso más perfecta que la vez previa. Marinette descubrió sin sorprenderse que, ahora, el violín era su instrumento preferido. Mientras tanto, él se movía de un lado a otro, atacando delicadamente al instrumento con su arco. Desde detrás, ella vió como su masculina espalda se contraía y se relajaba, mientras observaba como su pelo rubio bailaba también al son de la melodía.

Cuando la repitió por segunda vez, le pareció a Marinette haberla escuchado antes, quizá en la radio o en la banda sonora de alguna película. Y Félix con los ojos cerrados, con su cara acariciando al violín, estaba en otra dimensión, concentrado, perdido, enfocado en la canción. Al final de ésta, en las últimas notas agudas, él abrió los ojos y por el reflejo del espejo, vio a Marinette ya sentada en la cama, desnuda, observándolo. Y mansamente con delicadeza, la canción terminó.

- Buenos días, cielo. -

- Buenos días, Fé. -

Él sólo llevaba puesto sus vaqueros, iba descalzo, sin camisa, despeinado. 

Le sonrió por el espejo y otra vez, se colocó el violín al hombro. 

Otra melodía apacible, triste, brotó del violín. A pesar de la melancolía que inspiraba, era muy dulce. Y él llevaba el ritmo contorsionándose, con la mirada perdida en el techo, mientras sus dedos nuevamente temblaban generando el acorde, y el arco también temblaba, arrancando tonos emotivos y lacrimógenos. De nuevo, a Marinette también se le hizo conocida la canción, pero no supo detectarla. Luego de unos segundos más, la canción giró a un rumbo más dramático, que te dejaba al borde de las lágrimas, y ella vio como Félix se retorcía sobre sí, apretando la frente y torciendo la sonrisa. Se incorporó con elegancia para dar los últimos acordes. 

Y otra vez, dulce y triste, suave y lento, la melodía terminó.

- Chopin, Nocturno 9 y el último, el 20.-

Desde Londres, con amor---MLB---FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora