Capítulo XXII: Graham Estate

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ADVERTENCIAS: MÁS LEMON. MAYORES 18 

Eran las 18:37hrs, y Marinette sabía que Félix estaba llegando un minuto tarde

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Eran las 18:37hrs, y Marinette sabía que Félix estaba llegando un minuto tarde. 

Pero no se preocupaba, él había relajado un poco su obsesión por la puntualidad, logrando retrasos de unos increíbles tres minutos.

Puede ser, entonces, que quedaran dos minutos para su llegada. Así que terminó de cepillarse el pelo, se puso de pie y se dirigió al umbral de la puerta de su habitación.

Ya era finales de octubre, así que anochecía mucho mas temprano que antes. Pronto necesitarían la calefacción. 

De repente, Tikki cruzó volando desde la cocina para ocultarse en el armario. Marinette también lo sintió. Ya llega, pensó . Y su corazón empezó a latir mucho más rápido y las mariposas de su vientre, volaron para asentarse en su entrepierna.

Eras las 18:38hrs.

Félix había tenido un día pesado. 

Ya estaban en pleno otoño y el invierno se les vendría encima en breve, y con él, los recuerdos tristes. Un día lleno de trabajo duro, facturas, cheques, inversiones y decisiones difíciles. Pero ahora debía darse prisa porque Marinette le esperaba para cenar juntos, lo que no esperaba era tremendo recibimiento.

Subió por el ascensor, pensando en esos dos minutos que llevaba tarde. Suspiró, lamentándose de su descuido. Tocó el timbre y metió la llave para abrir la puerta.

- Bienvenido a casa, Félix. -

Y su Marinette lo recibió desde el umbral de su dormitorio, con una mano en cada lado de la puerta de su habitación, con las piernas cruzadas, coqueta y ataviada únicamente por un pequeñísimo camisón de tirantes hecho de gasa negra con encaje, que le cubría escasamente hasta las caderas. Los pezones se le trasparentaban, y Félix intuyó que si llevaba ropa interior, debía ser una minimalista tanga.


Se quedó de piedra, mientras cerraba la puerta de un manotazo

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Se quedó de piedra, mientras cerraba la puerta de un manotazo. Le tomó 3 parpadeos el recuperar la movilidad. Pero al hacerlo, empezó frenético a quitarse la gabardina y lanzarla hacia atrás, luego se agachó un poco para arrancarse los zapatos que volaron hacia cualquier lado, y después, los calcetines. Tiró de su camisa hacia arriba, en vez de desabotonarse, logrando perder los botoncillos en los puños.

Desde Londres, con amor---MLB---FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora