Capítulo XVII: Querido padre

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QUERIDO PADRE

Su infancia en Shangai había sido caótica y confusa, peculiar. 

Ella era una niña rara y hermosa, con un rostro angelical, pero con un problema serio. Al inicio, como le contó su padre alguna vez, al inicio era una niña normal. Una niña que saltaba, corría, jugaba, y que hacía travesuras, muchas travesuras.

Jiajia, le gritaba su madre. Jiajia, le decía su padre.

Y entre ambos padres, el amor rebosaba por el pequeño terremoto que tenían por hija. Hasta que un día, desde la escuela, les llamaron porque Jing Mei no podía prestar atención a la profesora. Y no sólo eso, Jing Mei perdía la atención, pero enfocaba su mirada en otro punto, como si ya no estuviera ahí. Así que fueron al médico. Entraron con mucha incertidumbre, y salieron con mucha tristeza. Algo incurable, les dijo el médico, imposible de controlar.

Algunas veces, su cuerpo también se contorsionaba y se olvidaba de respirar, dejándola aturdida y muy débil por algunas horas. Con el paso del tiempo, Jing Mei fue consciente de su enfermedad y aprendió a aceptarla. Aprendió a vivir con ella.

Conforme fue creciendo, también se percató que había algo diferente consigo, con su propia enfermedad. Un día, tarde por la noche, cuando tendría cuatro o cinco años, Jing Mei se quedó observando la luna llena. La mirada de la niña era una mezcla de curiosidad y revelación, como si hubiera descubierto algo. Su padre, que no se alejaba de la pequeña, le preguntó:

- Jiajia, ¿Qué estás viendo allá arriba?-

Y la pequeña niña con una voz muy dulce, le contestó.

- Veo la misma luna que ve "él", papá.-

Su padre, un poderoso comerciante de Shangai, se quedó sorprendido por su respuesta

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Su padre, un poderoso comerciante de Shangai, se quedó sorprendido por su respuesta.

- ¿Quién es "él", Jiajia?-

- "Él", papá, es el hombre de mis sueños.- la pequeña niña respondió sin dudar.

Y Jing Mei dejó de conversar con su padre para volver a contemplar la luna llena. Al día siguiente, el pobre y consternado hombre apuntó a su dulce y traviesa Jing Mei a un curso de dibujo y pintura para principiantes. Tenía la esperanza que en algún momento, Jing Mei dibujase algo de lo que llevaba dentro.

Una niña que sueña, le dijo a su mujer. ¿Por las noches al dormir?. No lo sé, no lo sé. Quizá cuando se ausenta, quizá.

Otro día, mientras veían una película juntos los tres, la niña señaló la pantalla de la televisión y gritó: ¡Papá, papá, el Támesis, el Támesis, y el Big Ben, y un puente!

Otro día, mientras veían una película juntos los tres, la niña señaló la pantalla de la televisión y gritó: ¡Papá, papá, el Támesis, el Támesis, y el Big Ben, y un puente!

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Desde Londres, con amor---MLB---FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora