3. Desahogo

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Liam.

Llevaba horas en el balcón de mi habitación. El frió de la madrugada me tenía helado y solo sentía el calor del cigarrillo encendido entre mis dedos.

No podía dormir, mi mente solo proyectaba situaciones que me jodían demasiado. Incluso me pareció ver su rostro dibujado entre el humo y la oscuridad. Tal vez era el cansancio haciéndome una mala jugada, pero yo sabía que no era real. Ella no estaba ahí.

Traté de bloquear esos pensamientos y el sinsabor que quedaba luego de recordar ciertas cosas y me las arreglé para continuar el día. Una ducha fría, vestimenta sencilla, perfume y mis llaves.

Llevaba pocos días viviendo en Suiza. Tenía presente la razón de nuestra mudanza improvisada, y aunque mis padres decidieran enviarme al otro lado del mundo, los fantasmas del pasado seguirían atormentándome.

Estaba a punto de salir de mi habitación cuando escuché a mi madre charlando con una de las nuevas empleadas de la casa. El sonido de sus tacones se detuvo afuera y abrió un poco la puerta, lo suficiente para que la escuchara.

—¿Podemos hablar antes de que te vayas? —preguntó, aunque claramente yo estaba listo para irme—. Es solo un segundo.

—De acuerdo —accedí.

Esas charlas matutinas con mi madre nunca me dejaban de buen humor, pero no quería hacerle un desplante, así que me senté a su lado.

—¿Cómo te sientes aquí? ¿Qué tal la universidad?—indagó—. Se qué debí preguntar ayer, pero llegaste tarde a casa.

—Me siento bien, y la universidad está genial, en verdad —respondí con sinceridad, al menos un poco de ella—. Ayer estaba con Tanner viendo la ciudad, por eso llegué tarde.

—¿Seguro que estás bien?

—Si, seguro —mentí, de nuevo.

No hablaba con nadie sobre cómo me sentía, a excepción de Tanner, claro. No me gustaba dejar ver que habían cosas que me hacían daño.

—Eso me tranquiliza, y bueno... quería comentarte algo más —hizo una pausa, debatiéndose entre soltar lo que quería decir o no—. Es sobre Tanner, yo creo que no...

—Mama, no te metas en eso —corté antes de que siguiera—. Ya te dije que es algo necesario y Tanner está de acuerdo.

—No me parece necesario que lo obligues a fingir que te conoció aquí —tomo mi mano—. Son buenos amigos, se conocen desde niños y no es justo que le pidas que te trate como un desconocido.

Solté una bocanada de aire.

—Nunca le pedí que me tratara como un desconocido —le aclaré—. Solo le pedí que no se supiera nada de Florida.

—Liam, no puedes ocultar el sol con un dedo, solo puedes afrontar las cosas y tratar de salir adelante.

—Puedo ocultar el puto cielo si me lo propongo, mamá —respondí, tratando de mantener la calma—. No puede haber nadie que tenga conexión conmigo, o por lo menos nadie debe saber que hay alguien que sí la tiene.

Me consideraba alguien precavido. Si podía evitar que pasara la más mínima cosa que pudiera joderme, lo haría.

—Solo quiero que estés bien y que dejes todo atrás —añadió, su voz me transmitía paz—. A eso me refiero cuando te digo que quiero que empieces de nuevo.

Acaricié su mano con suavidad tratando de omitir la culpa que se apoderaba de mi cada vez que hablábamos de eso.

—Lo sé, pero no puedo dejar nada atrás si me lo sigues recordando todo el tiempo —le dije.

DEMENS © (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora