1. Causa y efecto

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Naín.

Genève / Suiza

Genève, una ciudad conocida como la capital de la paz. Todo era hermoso, el lugar estaba lleno de vida y siempre conocías personas que te contagiaban su alegría y buenas vibras en un segundo.

También estaba yo, pero "alegre" no era precisamente el término indicado para describirme en ese momento, ya que me encontraba tumbada en mi cama con unas ganas monumentales de dormirme por mil años.

—Naín, por favor dime que estás lista, porque si no lo estás entraré y te sacaré a patadas —amenazó mi hermana menor desde la puerta de su habitación—. Si no estamos listas a la hora que dijo papá, tú te aguantarás el sermón.

—Primero que nada, el sermón siempre lo aguanto yo —le respondí, tranquila—. Y ya te dije que no iré a ningún lado, así que puedes parar de gritar como loca y dejarme agonizar tranquilamente.

Nuestro padre era el dueño de una de las empresas más reconocidas a nivel internacional, y se había organizado un evento para celebrar la unión de dos apellidos importantes. El nuevo socio de papá se había mudado a Genève y todos debíamos asistir al dichoso evento para conocerlo a él y a su familia, pero obviamente yo no quería ir.

El apellido Dorciére era sinónimo de respeto, lealtad y poder. Mis padres siguieron los pasos de mis abuelos al mantener esa imagen de "La familia ideal" aunque eso, no era real.

Las personas nos idealizaban como una familia ejemplar y unida, pero estábamos muy lejos de ser siquiera una familia convencional. Lo único que importaba era mantener la reputación en lo alto, así eran las cosas.

—No es momento para dramas —Nía entró de golpe a mi habitación—. Al menos ve por mí, sabes que no me gusta estar sola en esos eventos, además no quiero que sigas encerrada aquí.

—¿Quieres que deje la comodidad de mi cama para estar rodeada de gente que no conocemos, solo para quedar bien con papá? —asintió con un puchero. Negué, divertida—. Que gran idea hermanita, casi me convences.

—Por favor, solo colócate un vestido o una sábana si quieres, pero no provoques a papá, ha estado tranquilo estos días —dijo mientras buscaba no sé qué en el armario—. Definitivamente quiero robarte algo de aquí.

Sacó vestidos, zapatos y cualquier cantidad de accesorios que no sabía que tenía, pero yo no iba a vestirme y definitivamente no iría con ellos.

—Mamá irá vestida de azul, podemos vestirnos iguales, ¿te parece? —me propuso emocionada mientras colocaba un vestido sobre mi cama—. Pruébatelo, y si no te gusta pues buscamos otro que si te...

—Nía, no voy a ir —la corté antes de que siguiera haciéndose ilusiones—. Y me parece genial lo del color, así que busca un vestido para ti, y vienes antes de irte.

—¡Piensa en algo que no seas tu solo por una vez! —se alteró y me alteró a mi en el proceso—. ¡Solo te estoy pidiendo que dejes todo a un lado por un día y vayas al estúpido evento conmigo! ¿Tan difícil es?

—Sal de mi habitación, Nía.

No entraría en una discusión con ella, no estaba de buen humor y Nía podía llegar a ser muy intensa.

—¡Pues sácame tu misma! —gritó aún más fuerte. Estaba segura de que toda Suiza podía escuchar su drama—. ¡¿Por qué no quieres ayudarme en nada?!

—¿Que no quiero ayudarte en nada? —solté una pequeña risa burlona—. Perdóname, hermanita, pero no pienso ser parte de esa gran estupi...

—¡Silencio las dos! —la inesperada voz de la abuela nos calló en un segundo—. ¡Increíble que estén aquí discutiendo mientras a mi me recibían las empleadas! —se cruzó de brazos, indignada.

DEMENS © (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora