17. Detrás del antifaz

430 29 20
                                    

¿?

Me encontraba afuera de la Boutique de Alice detallando el antifaz que tenía en una de mis manos. No pensaba exponerme, por eso la idea del desfile con los antifaces me cayó como anillo al dedo.

Todo seguía su curso.

La cantidad de personas que había era impresionante. Todos luchando por entrar o por ver aunque sea un poco de lo que sucedía adentro, y no me esperaba menos sabiendo quienes serían las protagonistas.

Benditos sean los genes, porque Alice era una mujer capaz de despertar deseo puro a cualquier hombre que posara sus ojos en ella, y sus hijas habían heredado esa belleza única y sumamente peligrosa.

Podías anhelar a cualquiera de las tres, pero mi atención estaba en su hija mayor: Naín.

—¡Hey! —una voz femenina me hizo voltear—. ¿Entrarás al desfile?

Una chica pelinegra, con un antifaz y una sonrisa radiante se había acercado a mi. La detallé, un poco intrigado, porque yo estaba claramente alejado de todos y aún así ella decidió acercarse.

¿Vale la pena arriesgarte solo por atracción física momentánea?

—Por supuesto —imité su sonrisa al responder—. Y por el antifaz que traes puesto, supongo que tú también.

—Oh, lo olvidé —se quitó el antifaz y me dejó ver su rostro con claridad—. Yo... Soy fan de Alice, nunca me pierdo ninguno de sus desfiles, aunque por poco me quedo en casa cuando... —una risa nerviosa escapó de sus labios antes de volver a hablar, apenada—. Estoy hablando mucho, lo siento.

—No, no, está bien —la tranquilicé sin dejar de mirarla como si fuera el mejor de los tesoros—. Es algo que te emociona, así que vamos, continúa, quiero escucharte.

Se mordió el labio tratando de no sonreír, pero era tan obvio, que me divertía la situación.

—Es que, me enteré unas horas antes de venir que entre las modelos estaban las hijas de Alice —continuó. La confusión adornó mi rostro entonces me explicó—: Ellas no me caen bien, digo, respeto a Alice, pero sus hijas no son buenas personas.

La conversación dió un giro interesante. Le regalé una mirada comprensiva, como si me importara lo que saliera de esa boca llena de suciedad.

—¿Y por qué no te agradan? —indagué—. Vi las fotografías hace un momento, parecen buenas chicas.

Por poco sonrío al verla rodar los ojos con molestia.

—Solo es publicidad, no son así en la vida real, créeme.

Me mantuve en silencio unos segundos. Ella recorría los bordes del antifaz con sus dedos una y otra vez, un acto involuntario por sus nervios. Solté una risa baja que la hizo enfocarse de nuevo en mí y entonces fue el momento de aprovechar toda esa atención que tenía en mi poder.

—Parece que las conoces mucho... —comenté.

—Algo así —soltó en un pequeño suspiro—. Estudiamos en el mismo lugar, pero dudo que sepan de mi existencia.

—Dudo que alguien pueda pasarte desapercibida.

Observé con atención como colocaba un mechón de cabello tras su oreja. Mi sonrisa seguía intacta, aunque esa sí era real. Iba a divertirme mucho con ella.

Me grabé cada una de las palabras que dijo. Quería desahogar su odio, pero no sabía que podía estar creando uno más grande que el suyo.

—¿Me dices tu nombre? —le pedí al terminar la conversación.

DEMENS © (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora