DEMENS © (En proceso)

11. ¿Mente o corazón?

Naín.

La alarma sonó y yo ya estaba despierta, no pude pegar un ojo en toda la noche, nunca me había sentido tan.. ¿Asustada? No lo sé, pero me sentía insegura.

No tenía ganas de nada, pero debía ir a clases. Salí de la cama, me duché, me vestí.

Estaba frente al espejo terminando de maquillarme cuando mi teléfono vibró.

Notificación.

Liam: Buenos días, amargada.

Yo: Vuelves a decirme así y juro que voy a golpearte. Buenos días.

Liam: Cómo quieras, pasaré por ti para ir al instituto, amargada.

Yo: Eres un idiota, ¿sabías?

Liam: Estoy enterado. Termina de arreglarte, no me gusta esperar.

Rode los ojos.

Hace mucho que no me llegaba un mensaje de buenos días y eso me sorprendió bastante, fue lindo y para nada cursi —odiaba lo empalagoso— se sintió bien.

Tomé mis cosas y bajé a desayunar, en la mesa ya estaba mi padre de lo más normal, me daban ganas de irme corriendo, pero me aguante porque tenía mucha hambre.

Papá estaba sentado leyendo el periódico, Nía se estaba atragantando con una tostada y la abuela estaba tomando su café, mi madre no estaba por ningún lado así que supuse que seguía durmiendo.

—Buenos días, cariño —la abuela fue la primera en hablar—. ¿Vas a desayunar en casa?

—Buenos días, si abu —asentí.

Mi padre estaba viéndome detenidamente y eso nunca era bueno.

—Tienes cara de trasnocho, ¿No dormiste? —preguntó sin dejar de mirar su periódico.

—Estoy bien, papá.

Tomé unas tostadas y me serví jugo de naranja.

—¿A qué se debe tu desvelo? —inquirió—. ¿Algo que quieras contar?

—Ryan, déjala desayunar tranquila, por favor —interrumpió la abuela.

—Tranquila abu, dije que estoy bien —respondí sin mirarlo.

—Imagino que ese bienestar se lo debemos a Liam, ¿No?

Casi me ahogo con el jugo al escuchar eso.

—¿A qué vino eso? —me tensé en seguida.

—Dímelo tú, hija —bajó el periódico y me miro con desconcierto—. ¿Por qué andas besuqueandote afuera de la casa con el hijo de Adonis?

Nía me miró con los ojos bien abiertos y la abuela miró a mi padre como si quisiera matarlo.

«Esto no me está pasando a mi»

Claro que te está pasando, ¿Que esperabas después de besarte con el en frente de tu casa?

Mi mente solía ser bastante cruel conmigo.

—¿Estabas espiandome? —fue lo que se me ocurrió decir.

—¿Qué es lo que está pasando con ese chico, Naín? —preguntó, serio.

—¿Para que quieres saber? —respondí tranquila aunque por dentro quería que me tragara la tierra.

—Porque tus actos y tus errores, recaen sobre mi, así que déjate de rodeos y habla.

—¿Mis actos y mis errores recaen sobre ti? No me digas que por salir con Liam voy a dañar tu hermosa imagen, eso nunca me lo perdonaría —solté con sarcasmo.