DEMENS © (En proceso)

12. La fotografía

Narrador: Omnisciente.

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Liam observaba a Naín desde la ventana de su habitación. Ella se encontraba acostada en el lado izquierdo de su cama sin decir ni una sola palabra. Su mirada estaba perdida, y aunque claramente estaba sucediendo algo, ella se negaba a hablar.

—¿No piensas hablarme en toda la noche? —preguntó él sin poder ocultar su preocupación—. Estás muy callada.

—Lo siento, es que... —ella suspiró intentando dejar el miedo a un lado y rápidamente añadió—: Estoy bien.

Él, a punto de exigir una explicación, pero sin saber qué debía hacer una situación como esa, decidió no presionarla.

Ella, todavía con la inseguridad sobre ella y el miedo recorriendo cada parte de su cuerpo, decidió analizar la situación en su mente.

«Alguien está siguiéndome, sabe dónde vivo, dónde estudio y también sabe que estoy con Liam. ¿Qué es lo que quiere? ¿Dinero?»  Se preguntó a sí misma.

Naín solo sabía una cosa: No podía involucrar a nadie más en el problema. Venus ya lo sabía, y eso era suficiente para ella. No tenía claras las intenciones del sujeto de las cartas y no pensaba arriesgarse de ninguna manera.

—¿Qué fue lo que pasó, Naín? —trató de indagar Liam.

—Nada, estoy bien —mintió ella.

Él se levantó y se sentó a su lado. No era un chico que pudiera mantener la calma, sin embargo, lo hacía con ella. Estaba desesperado por no saber el contexto de nada, pero le tenía paciencia, siempre la esperaba.

—No me mientas —le pidió.

Naín no podía contra todo lo que le causaba tener la intensidad de esos ojos sobre ella. Lo miraba, indecisa, queriendo mentir, pero si lo hacía se arriesgaba a que él la descubriera y no quería seguir discutiendo, solo quería tranquilidad.

—Es mi padre... —mintió descaradamente, de nuevo—. No quiero estar en casa después de la discusión que tuvimos, es todo.

Él enarcó una ceja, sabiendo perfectamente que le acababa de escupir en la cara, pero para la suerte de ella, Liam le daba el espacio que necesitaba.

—Ven aquí —le pidió él sin decir más.

Dejó pasar la mentira y la acomodó sobre su pecho. Ella inhaló profundamente, queriendo que su olor la distrajera de su propia mente.

Al tenerlo así, tan cerca, las dudas aumentaban. Le aterraba la idea de que se repitiera la historia, le aterraba equivocarse con respecto a lo que estaba sintiendo.

Claro que no podía estar segura de nada, no conocía el sentimiento. Era la primera vez que sentía algo real, pero se resistía tanto, que las voces en su cabeza aprovechaban para hacerle creer que estaba errada, que no merecía sentir después de lo que había hecho.

Pero ella no era la única con los pensamientos desordenados. Liam lucía en calma mientras acariciaba la espalda de Naín, pero no paraba de repetirse que lo que eso estaba mal.