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16 de septiembre del 2017

Nuestra segunda cita sucedió ese día.

Ya había visto algo de su fascinación por las flores, pero todo lo que hacía y conocía de ellas siempre me llenaba más de curiosidad.

—¿Sabías que se puede pintar con las plantas? —me preguntó.

—No tenía ni idea.

Y es que nunca había escuchado algo así, él era único que me hacía descubrir cosas nuevas.

—Pues hoy vas a aprender, ven conmigo —afirmó tomando mi mano para guiarme cerca de la fuente — ¿Cuál es tu color favorito?

Nunca había pensado en eso, pero en este momento, mirándolo, estaba segura de que mi color favorito era el de sus ojos.

—Café —dije sin despegar la mirada y él solo sonrió.

—Todo el mundo odia el café —dijo ahora curioso — ¿Por qué te gusta?

—No lo sé, aún lo estoy averiguando, pero me encanta solo mirarlo.

—Pues hagamos café y quizá un rosa también —se interrumpió para mirarme —, como el de tus mejillas — no pude evitar sentir el calor en mi rostro con su mirada profunda en mis ojos —. No hagas eso, no tengo rojo — continúo riendo y yo solo pude bajar mi rostro.

¿Podría pasar Elainey más pena? Por suerte, nadie me respondió.

Entonces comenzó, tomó aquellas hojas caídas juntos a nosotros, unas cuantas color café y otras pequeñas hojas rosadas que siempre caían de los árboles con la brisa, agarró también una piedra cerca de él y comenzó a aplastar las hojas marrones en el piso, les echó un poco de agua para facilitar e hizo lo mismo con las hojas rosadas hasta que el agua alrededor de estas era del color de las flores.

¿Era así de fácil hacer las pinturas?

—Dame tu libro —pidió.

—¿Para qué quieres mi libro?

—Necesitamos un lienzo, prometo que no lo vamos a dañar —era solo mi libro favorito, claro que iba a dudar —, confía en mí —agregó tomando mi mano —, nunca haría nada para dañarte.

¿Cómo decirles no a esos ojos?

Así que se lo di, sin más rechistar.

Fue a la última página del libro, la cual estaba en blanco y tomó mi mano entre la suya, luego apretó mis dedos dejando solo uno libre.

—Solo tienes que poner tu dedo encima de las hojas y luego pasarlo por la página del libro —me dijo mientras me guiaba.

Al momento en que mi dedo tocó la página, esta tomó un tono marrón.

—Y ya estás pintando.

Fue una experiencia completamente nueva, él pintó en la mitad de arriba de la página y yo en la de abajo.

—¿Qué se supone que es eso? —me preguntó con una sonrisa burlona

—Es un girasol —respondí obvia.

—¿Rosado?

—Disculpa, ¿acaso hiciste el color amarillo?

—Podrías haber pintado una rosa.

—Mi flor favorita es el girasol ¿qué hiciste tú?

—Se supone que es mi perro —respondió, pero por más que intentara buscarle forma a su dibujo, juraba que se acercaba más a una mancha o un mapa sin sentido.

—¿Uno mutante?

—¡No soy artista!

—Ni siquiera tienes que aclararlo —y desde ese momento no pude parar de reír, solo hasta que él decidió que la pintura lucia mejor en mi rostro que en la hoja y empezamos una especie de guerra hasta que la pintura se acabó y solo le pude echar agua de la fuente.

Empapados, llenos de colores y felices.

Así podría definir una tarde perfecta, junto a él.

Él y yo mirándonos sin esperar que nada sucediera, solamente disfrutando el tiempo juntos.

Él, yo, nosotros.

***
Aquí el segundo capítulo del martes.
Bonita noche mi people. ❤️

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