Mikoto

300 59 2
                                    


Aoi respiró labioriosamente mientras tropezaba por el callejón. Una mano en su cabeza. Todo estaba borroso y se movía, como si el mundo diera vueltas alrededor de él. 

Sabía que en algún momento habría sido herido en sus tantas peleas callejeras, pero nunca creyó que sería tan grave. Había pasado ya un mes desde que no había visto a ninguna persona que salió en el anime, no por falta de intentos sino porque él sabía evitarlos expertamente y eso lo había envuelto en una manta de falsa seguridad 

Esa misma fe fue lo que causó su herida en la cabeza. Había huido otra vez de un Draken que caminaba despreocupadamente por la acera opuesta a él y no había visto venir el bate de madera. Lo aturdieron y lo arrastaron al callejón más cercano, casualmente las personas a su alrededor tenían otras cosas que hacer, porque se metieron prisa al ver la pandilla de delincuentes. Escapó por los pelos de recibir la paliza de su vida a arrañazos, patadas y mordidas y ahora estaba ahí, casi tirado contra la pared de un callejón que no podía reconocer, con una conmoción cerebral. Ni siquiera podía darse el lujo de ir al hospital ya que no tenía dinero ni los papeles para ello, podría enviarlo a un orfanato nada más encontrar que no tenía tutores. Aoi suspiró pesadamente, tosiendo un poco. 

Se deslizó contra la pared, notando el líquido caliente en su mano.

Quedar insconciente en un callejón cualquiera aumentaba sus posibilidades de ser secuestrado, robado, vendido, etc, pero el cuerpo de un niño no estaba hecho para soportar una conmoción cerebral de tal grado y lo último que sintió Aoi fue un fuerte deja vú. ¿Por qué siempre era el callejón?



Cuando despertó, lo primero que notó era lo mullido que estaba el suelo., lo calentito que estaba y la falta de dolor en su cuerpo que normalmente producía dormir en el suelo o en unas meras mantas que lo aislaban del frío. Le tomó unos segundos procesar esta información, que, considerando que había sido golpeado en la cabeza, era totalmente aceptable. 

Abrió los ojos lentamente, expirando silenciosamente. ¿Había sido secuestrado? No. Estaba en una cama, y encima con dosel. Esos doseles que solo ves en las mansiones ricas o en tu tele cutre. Definitivamente, no había sido secuestrado, porque, ¿qué rico se llevaría a una rata callejera desmayada y lo dejaba en esta cama que valía más que el apartamento que rentaba en su anterior vida?

Se incorporó en la cama lentamente para no darse un mareo y tocó suavemente las sábanas que Aoi creía fuertemente que eran de seda. 

- ¡Estás despierto! - exclamó una voz a su derecha. 

Aoi pegó un respingón del susto, no había notado su presencia. 

Giró la cabeza asustado para ver a una mujer anciana recostada en un sillón verde que se camuflaba bien entre tanta opulencia del cuarto (cuarto, notó Aoi, o casa porque era gigante). Lo que era más sorprendente que despertar en una habitación que olía a rosas y desprendía opulencia, fue que la anciana sentada relajada en su sillón se parecía mucho a Aoi. 

Los mismos ojos felinos de color negro, la misma mata de pelo negro envuelto en un moño y la misma mandíbula. La sonrisa en su rostro era igualita a la que se reflejaba en los escaparates de las tiendas cuando Aoi se miraba a sí mismo con suficiencia. 

- ¡Encantada de conocerte, nieto mío! Nunca esperaba un nieto a estas alturas y menos encontrarlo en un callejón mugriento, pero considerando quien es mi hijo, ¡podría ser peor! - La sonrisa de la mujer se amplió-. Puedes llamarme Mikoto u Obaa-chan si te sientes más cómodo. 

- ¿What? 


¿Quién sabe...? [Tokio Vengadores x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora