Aoi, el Houdini

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Aoi entró en el garaje, caminando directamente hacia una esquina cubierta de cortinas que había reclamado como suya. En su interior, como pidió, había un sofá con mantas suaves encima en el que directamente saltaría el chico al entrar. Tomó el mando de encima de la mesa de caoba delante de él y encendió la televisión que colgaba en la pared de enfrente. Tocó algunos botones más y comenzó a sonar el opening de One Piece.

Takeomi se quedó algo atónito ante la secuencia de acciones. ¿Desde cuándo tenía Shinichiro una televisión?

Éste mismo se encontraba en el centro de la habitación, arreglando una moto, con unos cascos puestos que parecían igual de nuevos que el resto de la tienda. Takeomi se acercó aspirando una bocanada de humo antes de advertir a su amigo de su llegada.

- ¿Shinichiro?

Takeomi le tocó el hombro y Shinichiro se sobresaltó, casi saltando dos metros en el aire. Se quitó los cascos y notó entonces al hombre.

- ¿Q- Takeomi? ¿Ya llegaste? - El chico le sonrió, con una mano en el pecho-. ¡Casi me sacas el corazón del pecho!

Takeomi siguió mirando a su alrededor, envelesado, como si estuviera preguntándole con la mirada, su visión quedó estancada en el mismo Aoi quien no había cerrado las cortinas. 

- ¿Qué pasó? Solo me fui por unas semanas y ya.. - Señaló a su alrededor - Nada es reconocible.

Shinichiro siguió su mirada y se rascó la nuca con nerviosismo, un poco de sudor cayendo por su cara. Y entonces habló y Takeomi escuchó, aunque su mente flipando mientras callaba.



Mientras Takeomi decidía si lo que le sucedió fue buena o mala suerte, Aoi terminó el capítulo de One Piece, maravillado porque ya no necesitaba leer substítulos. A los pocos segundos del comienzo del silencio en su esquinita, decidió que ya no quería seguir encerrado en ese garaje. 

Sí, es posible que se haya divertido, pero quería algo de aire fresco antes de que sus fosas nasales se pudran por el olor a aceite de motor. Se levantó, tomó su teléfono (pegable, señalar de nuevo esto hace llorar un poco a Aoi) y se escabulló por la puerta trasera que estratégicamente ordenó crear cerca de su esquina. 

Los dos adultos habían dejado de mirarlo, enfrascados en una charla que Aoi aprovechó. 

Al salir, aspiró una gran bocanada de aire y salió corriendo antes de que se hubieran dado cuenta de su desaparición. 

(Tanto se estaba escapando, que no le extrañaría que le llamaran Houdini.)

¿Quién sabe...? [Tokio Vengadores x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora