Tranquilidad.

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La media hora pasó rápido. Desafortunadamente para Aoi, ahora tenía el teléfono de Hinata y ella el de él. Miró desapasionadamente el contacto mientras el autobús traqueteaba debajo de él. 

( - ¡Fue un placer conocerte, Aoi-san! Uhmm.. - Hinata se sonrojó de la vergüenza, era la primera vez que le pedía el número a un chico - ¿M-Me puedes dar tu número de teléfono? ¡Quiero ser tu amiga! 

La abuelita los miró nostálgicamente y Aoi vislumbró su futura muerte. Aplastado debajo de un camión, como Hinata. Un pedacito de su alma salió volando.)

No pasó mucho tiempo hasta que el autobús llegara a Shinjuku, a pesar de los numerosos atascos. La primera parada lo dejó en un parque comunal vacío. No había césped siquiera, lo que sí había es mucha tierra y unos pocos árboles, junto con atracciones para pequeños roñosas y oxidadas. 

Aoi frunció el ceño. Shinjuku era un barrio de Tokio bastante grande y popular. ¿Cómo es que había un parque en este estado? ¿El autobús le había dejado en la parte pobre del barrio? Caminó hacia el parque. No había personas, así que supuso que era un buen lugar para esconderse de las miradas indiscretas. 

Llegó a un tobogan y se acostó debajo de éste, en su sombra. Había una pared de madera que lo tapaba en un costado, y las escaleras no tenían agujeros. Era un escondite perfecto si te querías refugiar bajo el sol. 

Lo primero que notó al sentarse era que estaba mucho más limpio que el resto del parque. Las piedras medianas y grandes no existían en su interior, seguramente removidas por algunos niños. No era solo él el que pensaba que era un buen refugio. Se recostó contra la pared de madera y miró hacia el exterior en el único lado que estaba expuesto. 

Sacó su móvil y abrió la aplicación de música. Tenía algunas canciones que grabó en el estudio que hizo construir a su abuela en la mansión. 

Claramente no era una canción original propia, sino que era de su antigua realidad. Extrañaba mucho Imagine Dragons o Billie Eilish. 

La canción era italiana, solo recordaba el nombre de la canción y no el autor. Memorizó la canción después de escucharla más de 100 veces. La música para él era un vicio, una droga. 

La apertura de "Ultimo il bambino che contava le stelle" sonó de su teléfono cutre. No se escuchaba tan bien como lo sería en un estéreo, pero hacía su trabajo. 

Estaba anocheciendo y en ese parque no había muchas farolas para iluminar. Podía ver claramente las estrellas y era la canción perfecta para ese momento. 


¿Quién sabe...? [Tokio Vengadores x Oc]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora