• Capítulo 8 •

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Como cada día con pesadez caminé por los pasillos, la tarde se hacía cada vez más notoria

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Como cada día con pesadez caminé por los pasillos, la tarde se hacía cada vez más notoria.

La hora de almuerzo había llegado y cómo siempre, cada vez que tengo hambre, estaba de muy mal humor.

Bastaba con que un mísero ser humano se atreviera a dirigirme la palabra para yo cagarlo a golpes.

—¡Hey ____!— Detuve mi andar al escuchar esa voz y me giré en mis talones.

Verlo correr con su melena al aire me hizo sonreír de manera inconsciente.

—¿Donde estabas?— Solté con un tono de reproche. Se acercó a besarme fugazmente.

—Entregando el examen.— Emprendimos camino hacia la escalera con su brazo sobre mis hombros y mi brazo por su espalda. —Ese calvo de mierda no me quiso esperar.

—Vamos a comer, tengo hambre.

—Podrías comerme a mí.— Dijo pícaro a lo que en respuesta di un pellizco en su espalda. —¡Ay!... Era broma, cielo. Pero si quieres no es broma.

—BAJI.

—Bueno, bueno. Me calmo.

Subimos la escalera que daba con la puerta a la azotea. No era un lugar muy transcurrido por los demás y cuando había, estos salían corriendo por la sola presencia de Baji o Chifuyo.

Nos sentamos donde había la suficiente sombra para sacar nuestros almuerzos.

—Mi mamá te envió esto.— Me entregó una fuente con 3 Onigiris.

—¡Qué rico!— Emocionada me senté como indio dispuesta a comer pero antes de dar un mordisco, la cabeza de mi novio se posicionó entre mis piernas. —¿Qué haces?— Le pregunté graciosa.

—Quiero cariño.— Tomó mi mano derecha y la dejó sobre su cabeza.

Acaricié esas hebras oscuras y suaves. Mis dedos se perdían entre su longitud y veía como Baji cerraba lentamente sus ojos.

—No te vayas a dormir, debes comer.— Abrió su boca sin abrir los ojos. —No jodas, te vas a atorar.— Piqué su nariz con mi dedo índice y este soltó una breve risa nasal.

—____... Nena.— Vi como se sentaba correctamente. —Ayer fui con Mitsuya a-

Un fuerte golpe interrumpió a Baji.

—Llegó por quién lloraban.— Chifuyo hizo su entrada magistral.

—¿Y tú qué mierda?— Dijo Baji.

—Mira lo que traje.— Canturreo hasta quedar a nuestro lado. —Taraaaan— Abrió la bolsa donde habían 2 yakisoba.

—Supongo que la mitad es para mí, ¿No?— Preguntó el azabache.

—Efectivamente.

—Presta para acá.— Le arrebate de la bolsa la otra porción y la dejé junto a mi comida.

𝐈𝐍𝐌𝐀𝐑𝐂𝐄𝐒𝐈𝐁𝐋𝐄 | Baji Keisuke ✓ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora