Sin Dinero

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Volvimos a Belrón y yo tuve que pasar la noche en una posada, al parecer aún no tenía la suficiente confianza como para estar dentro de los cuarteles.
La mañana llegó y decidí explorar el lugar para encontrar algo. La capital era demaciado grande, y en varios momentos me perdía.
Sonara algo tonto, pero hasta ahorita no me había percatado de que no podía leer nada de este mundo. Entendía a la gente como si ellos hablaran inglés, pero cuando intento leer un letrero, no entiendo nada, solo se que tipo de lugar es por sus productos.
Yo ya estaba más perdido, pero tuve la suerte de encontrarme con Mauro entre las calles.
"Hola Archer, ¿Qué tal tu noche?"
"Pues no estuvo mal"
"Suena bien"
"Y dime, ¿Cuándo podré dormir en las barracas?"
"Me gustaría decir que pronto, pero después de enfrentar directamente al comandante Dante, creo podría pasar un largo tiempo"
"Debi suponerlo"
"Aunque es bueno que pensaras en nosotros. No sabía que eras general"
"De hecho apenas soy Sub teniente"
"¿Qué?"
"Lo que escuchaste, no soy general, ni siquiera capitán"
"No le digas de eso a nadie, o el comandante te podría ejecutar por insubordination"
"Esta bien, no diré nada"
Continuamos caminando por un largo rato hasta que el estómago de él empezó a gruñir.
"Sabes, no he comido nada en toda la mañana. Conozco un lugar donde podríamos almorzar, ¿te apetece?"
"Claro que sí"
Fuimos hasta un pequeño restaurante y nos sentamos en la única mesa libre que tenían. Una camarera llegó, y con una sonrisa nos entregó dos menús. Yo empecé a ver el mío y no tenía ni siquiera dibujitos. La caligrafía parecía ser de alguna civilización antigua, como los antiguos romanos, pero no me atrevo a dar alguna comparación más exacta.
"¿Ya sabes que pedir?"
"No. ¿Qué me recomiendas?"
"Bueno, la carne de aquí es muy buena, y hay un platillo que me agrada mucho. Es el filete con salsa y pan tostado"
"Suena interesante"
Mauro sonrió y luego llegó la camarera para pedir nuestra orden.
Despues de unos minutos, ella llegó con dos platos y dos vasos, y los sirvió en la mesa. El platillo constaba de dos filetes medianos y finos bañados en una salsa condimentada. A lado de estos había una ensalada pequeña, que estaba cortada en tiras. Y al final del plato estaban dos piezas de pan bolillo cortadas por la mitad (como si fueran para prepararse un emparedado), y efectivamente, estaban tostados.
Mauro y yo empezamos a comer, y admitía que esta era una comida estupenda. La carne y la lechuga realizaban una buena combinación, y la salsa permitía deleitar mejor la carne y el pan.
Terminamos de comer y Mauro se ofreció a pagar la cuenta. Era considerado de su parte pero yo debía de pagar mi parte, y el me dejó hacerlo sin insistir. Pagamos y nos fuimos.
Caminábamos por las calles mientras discutíamos sobre algunas cosas, principalmente sobre como era mi mundo, y durante la charla logré descubrir que Mauro estaba bien con todo. Me refiero a que no importaba que le ordenarán, era casi seguro que aceptaría siempre y cuando no fuera delictivo o parecido, de ahí que aceptará ser mi vigilante y que yo pagará mi parte de la cuenta. De hecho el mencionaba algo sobre su destino. Él estaba seguro que todo lo que hacía era para llegar a su verdadero destino, todas las órdenes que recibe son parte de su camino, así como algunas peticiones de los demás, como jugar con algunos niños mientras realiza sus recorridos, o acompañar a unos ancianos hasta su hogar, todo eso era parte de su viaje.
Después de dos horas, él regresó a su cuartel para hacer un reporte mientras yo me quedaba solo en una ciudad de la cual no se su lengua.
Camine por unas cuadras hasta que encontré un edificio que parecía ser una librería. Entre y sono una campanilla como en las tiendas londinenses clásicas. Di unos pasos y me acerque hasta el recepcionista, un chico de cabello castaño que tenía un listón grueso rodeando su cabeza.
"Disculpe, ¿Esto es una librería?"
"No, aquí reparamos zapatos de lamia, ¿Tú qué crees?"
"Perdón, es solo que estoy desorientado"
"Si estas ebrio te recomiendo que descanses un rato y vuelvas luego"
"No estoy borracho, es que vengo de un largo viajo y aun no me acostumbro"
"Un viajero. Ya decía que esas ropas no eran de aquí. Y dime, ¿Qué es lo que buscabas?"
"Tengo un sobrinito y casi es su cumpleaños, y me gustaría un libro con el cual pudiera empezar a leer y escribir"
"Creo tener lo que necesitas"
El chico salto del mostrador y me empezó a guiar por los pasillos llenos de libros. Se agachó para tomar un libro de piel roja, con un grosor similar al de un dedo pulgar.
"Este libro le puede ayudar mucho, aunque claro, al principio siempre requerirá que alguien le vaya guiando. Tiene dibujos que le agradan a cualquier niño y no es muy complicado de usar"
Luego busco un poco más arriba, a nivel del estómago, y tomo otro libro. Este era azul y tenía un grosor de medio centímetro.
"Este es un libro de cuentos con el cual podrá practicar. A demás, son cuentos que le agradan a cualquier persona, no importa la edad"
"Vaya, si que es un kit completo. ¿Y cuánto cuesta?"
"Por los dos libros sería *haciendo cuentas con los dedos* 68 monedas"
No se si eso es caro o barato, o el precio correcto.
Procedí a darle 5 monedas de oro, 3 de plata y 3 normales. Ya me estoy acostumbrando a esta economía.
El chico guardo las monedas en su bolsillo y luego me retire, no sin antes recibir el clásico "Disfrute su compra".
Salí y en ese mismo instante me empecé a sentir observado, pero en esta ocasión era diferente. No era como al inicio que varias personas me veían extrañados por mi ropa, más bien sentía que me estaban cazando. Me puse el casco y active el sensor, pero no podía interpretar nada con tanta gente. Lo mejor que podía hacer era irme.
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One arrow, one killDonde viven las historias. Descúbrelo ahora